
Jardinería
El árbol que da frutas, crece en maceta y atrae la buena suerte: cuál es y por qué lo recomiendan
Una especie cítrica que aporta energía positiva al hogar y ofrece frutos incluso en espacios reducidos

Cultivar un árbol frutal en casa puede transformar cualquier espacio, incluso los balcones pequeños, y ofrecer no solo sombra y frescura sino también un aporte estético y energético.
Entre las especies que mejor se adaptan a recipientes amplios, el mandarino se destaca por su rusticidad, su productividad y su simbolismo ligado a la prosperidad.
Este cítrico puede desarrollarse perfectamente en una maceta grande y ofrecer una producción sostenida de frutos aromáticos, siempre que reciba los cuidados básicos para su crecimiento.
Un frutal adaptable, vistoso y de rápido desarrollo
El mandarino es una de las especies cítricas que mejor responde al cultivo en maceta. Con una de al menos cincuenta litros y un sustrato bien aireado, puede alcanzar entre dos y tres metros de altura, conservando una forma compacta que resulta ideal para terrazas y patios.
Su ritmo de crecimiento es ágil y, aun en ejemplares jóvenes, no tarda en mostrar flores perfumadas y posteriormente frutos dulces, lo que lo convierte en una buena opción para quienes buscan resultados visibles en poco tiempo.
Su follaje perenne aporta una presencia verde durante todo el año y crea una sombra ligera que refresca el ambiente exterior sin oscurecerlo.
Cómo asegurar un desarrollo óptimo en maceta
Para que el mandarino prospere, es fundamental preparar adecuadamente la maceta. Colocar una base de piedras o material drenante evita que el agua se estanque y mantiene las raíces oxigenadas.

El sustrato ideal es una mezcla específica para cítricos o una combinación de tierra fértil con compost y elementos que faciliten la aireación.
La planta responde especialmente bien a suelos ricos en nitrógeno y potasio, nutrientes esenciales para generar brotes vigorosos y una floración abundante.
El riego debe ser regular pero moderado. Tras un trasplante conviene humedecer la tierra dos veces al día durante un par de semanas, hasta que la planta se estabilice. Luego regar cuando la superficie del sustrato comienza a secarse.
La ubicación también es determinante, el mandarino necesita muchas horas de sol directo y protección frente a ráfagas intensas de viento, que pueden romper ramas nuevas o secar el sustrato con rapidez.
Un símbolo de energía vital y abundancia
El mandarino posee un fuerte valor simbólico en prácticas como el Feng Shui. Sus frutos anaranjados son considerados una representación de la abundancia material y del bienestar emocional.
El color, asociado al elemento fuego, se interpreta como un activador de energía vital, optimismo y oportunidades. Muchas personas eligen ubicarlo en zonas de la casa vinculadas a la prosperidad o cerca de la entrada, donde se considera que refuerza el flujo de energía positiva que ingresa al hogar.
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