Madrid
67P, dos cometas que se convirtieron en uno
67P Churymov-Gerasimenko, el famoso cometa con forma de patito de goma que desde hace poco más de un año viaja escoltado por la nave Rosetta, se forjó durante la formación del Sistema Solar tras la unión de dos rocas que se convirtieron en una.
Esta es la principal conclusión de un estudio publicado en Nature y en el que han participado investigadores del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA) y del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA).
La sonda Rosetta de la Agencia Espacial Europea (ESA) alcanzó al cometa 67P en agosto de 2014, y desde entonces, sus once instrumentos científicos no han parado de recabar datos sobre cada aspecto de su entorno.
Por el momento, esta mediática misión espacial no tripulada, ha logrado determinar que este cometa es un cuerpo la mitad de denso que el agua y que está vació en un 80 % de su masa.
También se han clasificado 19 regiones en el núcleo del cometa, unas zonas que han sido agrupadas en cinco categorías: terrenos cubiertos de polvo, material frágil con fosas y estructuras circulares, grandes depresiones, superficies lisas y zonas de material consolidado.
El hallazgo publicado en Nature se basa en el trabajo de Osiris, un versátil reproductor de imágenes equipado con dos potentes cámaras, cada una con su propio conjunto de filtros especializados.
«Al analizar las imágenes hemos visto que el cometa está compuesto por dos nódulos que se formaron separadamente y luego se unieron, una conclusión aparentemente muy sencilla pero que hasta ahora no se había visto en el Sistema Solar», ha explicado a Efe el investigador del IAA y coautor del estudio, José Juan López Moreno.
Y es que hasta ahora nunca se había observado una interacción de dos cuerpos que no fuese violenta.
«Ambos nódulos están formados por estratos similares a las capas de una cebolla y cada una de ellas es diferente y no se pudieron formar en el mismo cuerpo porque su sedimentación es vertical a la gravedad, lo que significa que se formaron como cuerpos diferentes y luego se unieron», puntualiza.
La conclusión de los científicos, por tanto, es que 67P está hecho a partir de dos rocas que se formaron muy al principio de la formación del Sistema Solar y que después se fusionaron en un choque no muy violento, probablemente «porque orbitaban muy cerca la una de la otra y a poca velocidad», concluye.
Y aunque las cámaras de Osiris no permiten determinarlo claramente por falta de resolución espectral, «vemos que las dos rocas tienen una composición muy, muy parecida en su composición química y mineralógica y en su estructura».
«Se trata de un trabajo -defiende López Moreno- muy importante porque, con las imágenes que tenemos, hemos sido capaces de entender el origen del cometa y cómo funciona su núcleo», algo especialmente destacable si tenemos en cuenta que los cometas son uno de los elementos más desconocidos del Universo.
Hasta que la sonda Giotto de la ESA se aproximó al cometa Halley «sabíamos muy poco de cómo estaban formados los núcleos de los cometas. Ahora no sólo lo sabemos sino que hemos analizado su composición presente, su estructura y su origen, y el hecho de conocer cómo evoluciona cualquier cuerpo del Sistema Solar es un avance en el conocimiento de lo que ha ocurrido y lo que puede ocurrir», concluye el investigador.
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