Ciencias naturales
Fósiles de Canarias reflejan el cambio que hizo a Europa un lugar templado
Casi toda Europa se helaría en invierno de no ser por las aguas cálidas que transporta a sus costas desde el Caribe la corriente del Golfo desde hace tres millones de años, cuando la unión de las dos Américas provocó un cambio climático que quedó grabado en unos fósiles de Gran Canaria.
Dos investigadores de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y de la Estatal de Oregón (EEUU), Joaquín Meco y Alejandro Lomoschitz, publican este mes en la revista "Palaeogeography, Palaeoclimatology, Paleoecology"un artículo sobre las conclusiones que se pueden extraer sobre el cataclismo con el que comenzó el actual clima del Atlántico norte a partir de varios yacimientos de fósiles del Plioceno presentes en la capital de Gran Canaria.
Algunos de esos fósiles se conocían desde el siglo XIX, pero los dos investigadores han conseguido ahora datar con precisión su antigüedad, que se remonta a entre 4,8 y 4,2 millones de años.
Esa fecha es anterior en más de un millón de años al momento en el que América del Norte y del Sur se unieron como un solo continente y se cerró la comunicación de los océanos Pacífico y Atlántico por el istmo de Panamá, según explica a Efe Meco.
El fin de la comunicación entre los dos océanos provocó una serie de transformaciones en las dinámicas del Atlántico que generaron la corriente del Golfo, comenzaron a acumular hielos en el Ártico e hicieron bajar unos 40 metros el nivel del mar en todo el mundo.
En el caso de Canarias, las islas sufrieron un cambio radical: pasaron de ser bañadas por aguas cálidas, similares a las del Caribe o el Golfo de Guinea, a estar bajo la influencia de la corriente de aguas frías que en la actualidad enriquece sus ecosistemas marinos.
"Es el inicio de la modernidad climática, el comienzo de los cambios globales que nos han traído hasta hoy", indica Meco.
El artículo que firma junto a Lomoschitz aporta como novedad dataciones precisas de fósiles de fauna marina encontrados en Tamaraceite (en Las Palmas de Gran Canaria, muy por encima del nivel del mar) y en La Esfinge (en el barrio portuario de La Isleta) que pertenecen a un ecosistema cálido anterior a que se cortara la comunicación entre los dos océanos por América central.
Algunos de esos fósiles también se han hallado en enclaves del Pacífico, como Nueva Zelanda o Japón, lo que aporta un indicio más de que los dos océanos compartían buena parte de su fauna. Y uno de ellos es especialmente importante, dado que se trata de uno de los dos únicos ejemplares de Argonauta del Plioceno encontrado en Europa (el otro corresponde al Mediterráneo, a Italia).
Meco y Lomoschitz han obtenido esas dataciones gracias a las coladas de lava que cubrieron esos depósitos fósiles cuando todavía se encontraban bajo el mar, con la técnica Argón-Argón.
El autor principal del artículo resalta que Canarias también cuenta con fósiles inmediatamente posteriores, cuando la comunicación entre los dos océanos estaba cerrada y las islas se regían por un clima completamente diferente, cercano al actual.
De ese modo, los yacimientos de las islas más antiguas del archipiélago (Fuerteventura, Lanzarote y Gran Canaria) pueden aportar información sobre el gran cambio que puso en marcha un enorme "río"interior en el Atlántico que transporta 100 millones de metros cúbicos de agua caliente por segundo (el Amazonas mueve solo 0,2 millones m3/s), permitiendo que la mayor parte de Europa esté libre de hielos, incluso en latitudes muy septentrionales.
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