Culturas
Investigadores españoles crean el «arqueólogo-buzo»
Científicos de la Universidad de Cádiz diseñan un método para recopilar información de restos arqueológicos subacuáticos sin salir al agua. Lo han estrenado con dos pecios franceses hundidos en la batalla de Trafalgar
Si catalogar y restaurar un resto arqueológico es ya de por sí una tarea laboriosa, hacerlo con un objeto que se encuentra debajo del agua es un trabajo complicado y que siempre deja huellas indeseadas sobre el material, entre otras cosas porque obliga a extraerlo del lugar donde fue encontrado.
Ahora, un grupo de científicos de los departamentos de Ciencias de los Materiales e Ingeniería Metalúrgica y Química Inorgánica, y Física Aplicada de la Universidad de Cádiz han creado el primer sistema para realizar estos trabajos “in situ”, es decir, debajo del agua.
Con él se evitan riesgos para la preservación de este tipo de yacimientos y se garantiza su estudio en el propio medio sin alterar su entorno. Lo de hacer después una visita turística a los restos es ya harina de otro costal, aunque no exenta de cierto encanto.
El método ideado por este grupo de investigadores, según detalla la Fundación Descubre, se ha aplicado en el estudio de dos navíos franceses hundidos con un día de diferencia en zonas muy próximas entre sí en las costas de Cádiz durante la Batalla de Trafalgar (1805), que enfrentó a las tropas hispano-francesas contra los ingleses del almirante Nelson.
Sus creadores aseguran que este método es el primero de este tipo que se implanta en el mundo. Ha sido recogido en el artículo científico ‘Study of the influence of physical, chemical and biological conditions that influence the deterioration and protection of Underwater Cultural Heritage’, publicado en la revista Science of the Total Enviorement
Los dos barcos inspeccionados son el ‘Bucentaure’ y el ‘Fougueux’, este último en peor estado de conservación por una diferente combinación de presencia de algas y deposiciones calcáreas de moluscos o gusanos poliquetos, que “parecen contribuir positivamente a la conservación de los yacimientos existentes bajo del mar”, explica a la Fundación Descubre el investigador de la Universidad de Cádiz Manuel Bethencourt.
Sobre los cañones y anclas de ambos pecios se aplicó una técnica llamada “levantamiento no destructivo”, que implica obtener información de estos elementos sin alterar su condición ni su posición y que respeta su conservación futura en el medio marino. Este método incluye la colocación, en contacto eléctrico, de estos objetos con un metal más activo o ánodo de sacrificio, como se suele hacer en la industria naval para proteger los cascos de acero de los buques.
“Esta práctica que controla la corrosión se basa en que un metal, denominado ánodo de sacrificio, actúa como protector de otro al que va unido y que tenderá a desaparecer tras oxidarse. Los más habituales son el aluminio, zinc y magnesio, muy comunes en la protección de los cascos de los barcos, en sus hélices, en tuberías enterradas o en tanques de almacenamiento”, relata Bethencourt.
Durante los tres años que duraron los experimentos, los científicos corroboraron que las mediciones de las principales variables físicas, químicas y biológicas correlacionan el estado de conservación en cada yacimiento arqueológico con las condiciones ambientales marinas.
Para ello, recrearon con materiales similares a los que se pueden encontrar en un yacimiento partes de los pecios hundidos en la costa gaditana y observar así su comportamiento. Además, para simular los efectos que la corriente de agua, sedimentos, algas y otros seres vivos marinos puedan provocar en estos yacimientos, sumergieron esas réplicas a un metro y medio de profundidad sobre el fondo del mar, directamente sobre el lecho marino y también enterradas en unas cavidades excavadas el sedimento marino para asegurar una condición continua de enterramiento.
Como resultados de las pruebas realizadas en los cañones del pecio ‘Fougueux’, los investigadores comprobaron que algunas de las piezas se están corroyendo debido a los altos niveles de movimiento del agua de la zona en la que se encuentra dicho buque. “El desgaste se produce en los objetos de hierro que pierden entre 0.180 y 0.246 milímetros de metal al año”, apunta este experto.
Por su parte, según la Fundación Descubre, los expertos advirtieron que los cañones del ‘Bucentaure’ presentan una corrosión más baja como consecuencia de la acumulación de sedimentos y seres vivos sobre su superficie. De esta forma, su conservación es mayor y garantiza la información arqueológica.
Otra de las pruebas que realizaron los científicos fue evaluar la efectividad de la protección como una medida temporal para la conservación in situ en un cañón. “Aplicamos esta técnica y después de 9 meses, vimos que hubo una reducción de casi el 38% en los niveles medios de corrosión, mostrando así que esta práctica resulta bastante útil para evitar la degradación de estos yacimientos”, asegura Bethencourt.
Este estudio, financiado por elMinisterio de Economía, Industria y Competitividady fondos FEDER, forma parte del proyecto del Plan Nacional de I+D+i denominado ‘Arqueomonitor’. La siguiente fase de este trabajo se centrará en incorporar los resultados obtenidos en un geoportal de acceso público y en el análisis de los principales factores de riesgo a los que se ven sometidos los yacimientos arqueológicos subacuáticos.
✕
Accede a tu cuenta para comentar