Investigación científica
La bacteria de la «crisis del pepino», una fuente de diésel
El nombre de Escherichia coli –o E. coli, en su forma abreviada– se hizo tristemente célebre en España hace ahora dos años. Después de que esta bacteria provocara un brote epidémico en Alemania, causando más de 30 muertes, el Gobierno germano señaló a nuestro país como responsable por exportar una partida de pepinos en mal estado. Sin embargo, los análisis científicos dieron la razón a los agricultores españoles, dando carpetazo a la llamada «crisis del pepino». Ahora, esta bacteria, situada generalmente en el intestino de los animales, es noticia por motivos más halagüeños. Científicos de la Universidad de Exeter en Devon (Reino Unido) han desarrollado, en colaboración con Shell un método para que el E. coli produzca diésel bajo demanda.
La bacteria, explican desde la Universidad, convierte de forma natural los azúcares en grasa para construir sus membranas celulares. Durante este proceso, los científicos han comprobado que es posible crear moléculas de aceite combustible sintético. Si bien es cierto que este método requiere aún del uso de biotecnologías avanzadas para crear moléculas específicas de hidrocarburos, desde la Universidad aseguran que el diésel producido por las cepas de E. coli es «casi idéntico» al combustible diésel convencional, «por lo que no necesitaría ser mezclado con productos derivados del petróleo». Algo que, por ejemplo, sí precisa el biodiésel. Además, este nuevo combustible no requeriría modificaciones en la infraestructura de los motores.
Sin modificaciones
«La producción de un biofuel comercial que pueda usarse sin necesidad de modificar los vehículos ha sido el objetivo de este proyecto», afirmó el profesor John Love, del departamento de Biociencias de la Universidad de Exeter. Love estima que el «reemplazo del diésel convencional por un biocumbustible de carbono neutral podría suponer una reducción del 80% de las emisiones de gases de efecto invernadero para el año 2050».
No hay que olvidar además que este combustible no se vería sujeto a «las fluctuaciones de los precios del petróleo», así como a otros factores que influyen en su precio, «como la inestabilidad política».
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