«Nashville»: Choque de divas

¿Qué pasaría si Celine Dion fuese la telonera de Miley Cyrus? Además de improbable, lo más previsible es que saltasen chipas entre ellas. Ese choque de trenes entre divas consagradas y los nuevos productos emergentes, resultado del marketing más brutal, centra el argumento de «Nashville». En el papel de veterana se mete Connie Britton, que interpreta a Rayna Jaymes, la reina indiscutible del country. Sin embargo, ya no es tan joven –aunque está de muy buen ver–, y su carrera está claramente cuesta abajo inmesa en la decadencia. Eso, con ser preocupante, no es lo peor: la humillación llegará cuando se vea forzada a ser la «segundona» de la nueva sensación del momento, Juliette Barnes (Hayden Panettiere), una jovencita caprichosa y muy, muy ambiciosa. Juliette tiene talento, justito, pero eso no importa. Cuenta con una cara angelical y desprende sensualidad por los cuatros costados. Sin embargo, debajo de esta fachada de purpurina, brillos y bailes provocadores se esconde una pobre chica falta de cariño y que se encuentra muy sola. Los personajes de «Nashville» se alejarán poco a poco del maniqueísmo, y, al final, ninguno acabará de la misma forma que empezó.

«Nashville» se puede considerar una serie musical, pero nada tiene que ver con las últimas ficciones que han hecho incursiones en el género, como «Glee» o más recientemente «SMASH». Es una historia de ambición, que gira en torno a la industria musical en la ciudad cuna del country, un género estadounidense al cien por cien. La intención de sus creadores es abordar desde todas las perspectivas tolo lo que se mueve alrededor del country, en el que a veces lo que menos importa son las canciones y sus artistas y sí otros negocios paralelos y no siempre lícitos. En esta serie la banda sonora tiene una importancia capital, ya que las canciones no son un mero aderezo, ya que se integran en las tramas de la serie. De hecho, se han compuesto ex profeso para la producción por grandes del sector, teniendo como responsable musical al galardonadísimo T-Bone Burnett (un Oscar, un globo de Oro y 9 Premios Grammy le respaldan). El duelo personal y musical entre las dos mujeres se completa con una trama de ambiciones políticas, encarnada en el marido de Rayna.