Hollywood
No le tienen miedo al espejo
Como sus personajes, Lange y Sarandon sufren la indiferencia de Hollywood, pero les ha salvado la TV.
Como sus personajes, Lange y Sarandon sufren la indiferencia de Hollywood, pero les ha salvado la TV.
«Madre de tres hijos –10, 11 y 15 años–, divorciada. Americana. Treinta años de experiencia como actriz de cine. Aun con movilidad y más afable de lo que dicen los rumores. Desea empleo en Hollywood (o Broadway)». Éste era el texto – que destilaba cierta sorna– que Bette Davis publicó en un anuncio de clasificados de la revista «Variety» en 1962. Que nadie se engañe, no fue un acto de humildad de una de las divas más soberbias de Hollywood, al menos eso proyectaba –si existiese por aquel entonces una de estas encuestas de con quién famoso se tomaría el común de los mortales una caña, ella no aparecería ni en el furgón de cola–, sino una provocación y, ¿por qué no?, una llamada de atención al desapego de la Meca del Cine por las mujeres maduras. Por aquel entonces, Bette Davis tenía 55 años y había ganado dos Oscar. Lo cierto es que el anuncio tuvo un efecto limitado, ya que después de «¿Qué fue de Baby Jane?» (1962) protagonizó películas que se veían tan rápido como se olvidaban.
La otra «reinona» del filme, Joan Crawford, que tenía 58 años, no recurrió a los anuncios por palabras –para divina ella–, pero su suerte fue pareja. La televisión por aquel entonces era para ellas como bajar al sumidero de la profesión. No tenían un Netflix o una HBO. Susan Sarandon y Jessica Lange, sí. Ahí las tienen interpretando una monumental serie «Feud: Bette and Joan», en la que recuperan a su manera (no hay que olvidar que el «star system» que pulía y abrillantaba a las grandes divas ya está extinguido) a Davis y Crawford, respectivamente. Y se pueden poner en su piel porque más de cinco décadas después la situación no ha cambiado mucho.
A cierta edad–con la excepción de Meryl Streep, que se ha convertido en un movimiento de resistencia y sigue teniendo papeles protagonistas de fuste en el cine–, la industria del cine las envía a lo más parecido a un cementerio de elefantes. Suerte que la televisión, cual Samur Social, va recuperándolas de la interperie profesional en la que viven. Lange y Sarandon son algunas de las rescatadas.
El sumidero de la profesión
Durante un encuentro con la Asociación de Críticos de Televisión para presentar la miniserie ambas lanzaron algunos dardos. Lange hizo una pregunta que dejó a los asistentes mudos: «¿Qué pasa cuando la belleza de mujeres mayores de 50 años ya no es viable por equipararse con la juventud?». Pues suceden cosas como que la pipiola Jennifer Hudson se cae por las escaleras para recibir la estatuilla a la Mejor Actriz por «El lado bueno de las cosas» (2012) mientras que Emmanuelle Riva, una de sus rivales, mantenía el tipo en su butaca a sus 85 años por su brutal y sutil interpretación en «Amor» (2012).
Lange, la mujer que protagonizó los sueños más lúbricos de millones de hombres envuelta en harina cual croqueta en «El cartero siempre llama dos veces» y ganadora de dos Oscar por «Tootsie» (1982) y «Las cosas que nunca mueren» (1994), transitó desde 2006 por películas que desteñían su carrera. Pero en 2011 llegó a su vida Ryan Murphy –el mismo creador de «Feud: Bette and Joan»–, y le propuso uno de los proyectos más interesantes de su carrera: incorporarse a «American Horror Story» para el canal FX. En ella, le ha ofrecido algunos de los mejores y más inquietantes personajes de su carrera. En sus sucesivas entregas no sonríe ni para dar las gracias, y cuando lo hace es un anticipo de su próxima maldad. Eran interpretaciones que hacían vibrar pero de miedo.
Susan Sarandon también provocó más de un arrebato erótico en «Atlantic City» (1981) cuando se lavaba los pechos con limón ante la mirada turbia por el deseo de Burt Lancaster. Logró un Oscar por «Pena de muerte» (1995) y su trayectoria empezó a difuminarse. Tenía trabajo, pero de mala calidad. Ahora goza de más visibilidad gracias a Murphy y ya ha anunciado que se incorporará al reparto de la quinta temporada de «Ray Donovan», en la certeza de que para Hollywood ya es una reliquia.
El análisis más certero del paralelismo entre la serie que interpretan y su situación lo hizo el productor ejecutivo de «Feud. Bette and Joan»: «Estas mujeres (Davis y Crawford) fueron tratadas brutalmente y tenían la intención de tratarse brutalmente. Aparentemente era la única manera de alcanzar el éxito y no creo que haya cambiado mucho en este sentido». Pues eso.
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