Abusos a menores
Condenado a 77 años un ginecólogo por abusar de decenas de pacientes
La Audiencia de Barcelona ha condenado a 77 años de cárcel a un ginecólogo, con consulta en la calle Río de Janeiro de Barcelona, acusado de abusar sexualmente de decenas de pacientes entre 2003 y 2006, aunque ha fijado en 13 años y seis meses el máximo de cumplimiento de las penas que le imponen. Según la sentencia, Sami Y. se guió durante estos años por un "ánimo exclusivo de satisfacción de su deseo sexual"y abusó sexualmente en el Centro de Asistencia Primaria (CAP) y su consulta privada de la calle Doctor Pi i Molist de decenas de pacientes de forma continuada y, en algunos casos, con penetración.
El ginecólogo aprovechaba cuando las enfermeras no estaban en la consulta para quedarse a solas con las pacientes, a las que sometía a tocamientos en el clítoris, pechos, introducción de dedos en la vagina y, en alguna ocasión, el ano. El tribunal considera probada su culpabilidad por la coincidencia de las declaraciones de las víctimas, que declararon con credibilidad "total y absoluta"en el juicio, y que relataron que las obligaba a quedarse totalmente desnudas, y que les acariciaba los pezones y otras partes del cuerpo, amparando su conducta bajo tratamientos terapéuticos.
También ha considerado probatorias las declaraciones de los médicos forenses que declararon que "una mujer distingue perfectamente"cuando el tocamiento es terapéutico y cuando se efectúa una masturbación, y que las exploraciones que narraron las víctimas no se ajustaban a la forma en la que debían desarrollarse.
Según la sentencia, la palpación mamaria no puede asemejarse a una caricia, la exploración de los pezones "no se efectúa mediante pellizcos"y, respecto a otras prácticas, no hay necesidad de combinar la palpación genital con la mamaria, como intentó justificar el ginecólogo en su declaración.
Sami Y., para quién el fiscal pedía 223 años de cárcel, negó en el juicio que hubiera abusado de ninguna paciente, y afirmó que era "cariñoso", y quizás un poco diferente al resto de profesionales. "Soy amable, escucho a los pacientes, les hablo", declaró, y consideró una agresión muy grave a su persona y como profesional que se lo estuviera acusando de realizar tocamientos, trabajar sin guantes y aprovechar los momentos en los que no había enfermeras en el CAP para abusar de las mujeres.
También negó tocamientos en los muslos y haber puesto hielo en los pezones, y calificó las acusaciones de "maliciosas y tendenciosas".
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