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Degüella a su bebé frente a dos agentes
La mujer suiza fingió abrazar a su hijo para clavarle un cuchillo de cocina con el que luego quiso suicidarse
Golpes, barullo, carreras, gritos pidiendo ayuda... La situación que se vivió este pasado miércoles por la noche en el Hospital Comarcal de Torrevieja (Alicante) fue dramática. Los testigos de los hechos la describen como kafkiana: «Empezamos a escuchar alaridos y golpes como de pelea que salían de la habitación 201 de la planta de maternidad. La gente empezó a arremolinarse para ver qué pasaba y de repente llegaron unos médicos y guardias civiles corriendo. Había muchos nervios. Luego ya nos enteramos de que una mujer suiza había matado a su bebé. El rumor corrió por todo el hospital».
La tragedia se empezó a gestar la víspera de Navidad. Katharina Katit-Stäheli, de 40 años, había secuestrado a su bebé Dylan. Ella había perdido la custodia porque se negaba a permitir que los doctores lo trataran de la hidrocefalia que padecía, una enfermedad cuya principal característica es que se acumula gran cantidad de líquido en el cerebro.
Huyó con su hijo, de tan sólo 10 meses, en un Jeep Gran Cherokee negro. Ante el enorme riesgo que corría la salud del bebé sin su medicación, se dio una orden de búsqueda y captura internacional. El pasado martes 21, la Policía española hizo públicas las fotos de ambos a través de los medios de comunicación. Había urgencia por localizarlos. Fruto de esta colaboración, un testigo ve sus rostros en el informativo de la noche en una televisión e inmediatamente comunica que está seguro de haberles reconocido en un centro comercial de Torrevieja, comprando, pero que los vio el día 17 de enero. Con gran premura, varios agentes de la Guardia Civil se desplazaron al establecimiento revisaron las cámaras de seguridad y hablaron con el testigo.
En las imágenes se ve con claridad a la mujer con su bebé en brazos y envuelto en un pañuelo. Se da inmediatamente la voz de alarma a centros sanitarios y a las Fuerzas del Orden de Torrevieja y alrededores por si alguien avista el coche circulando.
Se monta un dispositivo de vigilancia que culmina con éxito al día siguiente, este pasado miércoles. Sobre las siete de la tarde, dos agentes detienen a la madre en el mismo centro comercial, cuando caminaba con su hijo en brazos. Katharina no se resiste, es más, se muestra colaboradora y amable con los guardias. Ellos, hombres, no desconfiaron en ningún momento y la cachearon pero no en profundidad por eso de la diferencia de sexo. Tras comunicar la detención trasladan a la madre y al bebé al hospital. La orden de búsqueda y captura alertaba del grave riesgo para la salud del pequeño y había que hacerle un chequeo inmediato. De la salud mental de la madre nada se decía.
Los médicos lo exploran, le hacen pruebas y comprueban que se encuentra en buen estado. Aún así queda ingresado en la habitación 201 del centro médico. La madre, que en las próximas horas iba a ser trasladada a la Audiencia Nacional para el trámite de la extradición, solicita quedarse con el bebé para cuidarlo. Se accede, pero con supervisión de dos agentes que se quedan con ambos dentro de la habitación para custodiarlo. Ella se muestra dicharachera, sonriente, cariñosa con el bebé, al que no para de hablar y hacerle monerías. Nadie podía sospechar lo que iba a ocurrir a continuación.
Sobre las once de la noche, Katharina dice que es la hora del baño de Dylan y pide permiso para encargarse ella. Los guardias, que no estaban advertidos de ningún trastorno mental de la detenida y habían visto que era todo amabilidad, se lo permiten, pero sin perderla de vista. En un momento dado, ven como le abraza de una forma extraña y le ordenan que se incorpore y deje al niño. Ella obedece. Al separarse de su hijo, los agentes ven que lo ha degollado, que lleva un cuchillo de cocina de 18 centímetros de hoja en la mano y que trata de suicidarse de la misma forma. Se arrojan sobre la mujer, pero ésta se defiende con golpes, mordiscos y patadas. Le ponen los grilletes, pero está tan delgada que saca las manos sin esfuerzo. Al final tuvieron que llegar más agentes para poder reducirla.
Los médicos la sedan y la llevan a urgencias para ser operada, porque su vida pende de un hilo. Aunque su estado es grave, su vida no corre peligro. La gran pregunta es, ¿de dónde sacó el cuchillo? La Guardia Civil ha abierto una investigación interna, pero la lógica indica que lo llevaba con ella, escondido entre sus ropas.
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