Nueva York
Dos grados más cálido
La Agencia Estatal de Meteorología mantiene que el tren de borrascas no permite entrar a los gélidos vientos del norte, aunque trae más precipitaciones a la Península
¿Está usted pasando frío este invierno? Seguro que cree que sí, que está viviendo uno de los inviernos más crudos de los últimos años. Pero está confundido porque la memoria meteorológica de los hombres es muy engañosa o, mejor dicho, sufre de amnesia. Siempre pensamos que estamos viviendo el invierno más crudo o que en verano hace un calor más asfixiante, característicos de latitudes más cálidas. Pero como reflejan los datos de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) y como apuntan algunos meteorólogos, el encadenamiento de un tren de borrascas que bajan desde el Reino Unido y se introducen en toda Europa no ha hecho más que alejar los vientos del norte, lo que en muchos casos denominamos como frío siberiano por la baja sensación térmica que se clava en los huesos. «No han llegado estos vientos porque el anticiclón de las Azores que actúa como escudo de las borrascas en el Atlántico no tiene visos de aparecer en las próximas semanas», apunta la portavoz de la Agencia Española de Meteorología, Ana Casals. Y es que en lo que llevamos de invierno «no ha entrado ni un solo frente del norte», aclara.
Aún es pronto para determinar si esta estación va a ser la más cálida de los últimos años, pero el dato confirmado que indica Casals es que «enero fue más cálido de lo habitual. Las temperaturas medias en el conjunto de España superaron en dos grados la temperatura que se considera como normal», ya que si normalmente es de algo menos de 7 grados centígrados, en el caso de este año, «ha sido de 9 grados». Es más, tomando como referencia una de las efemérides que va registrando la Agencia, los días 4, 8 y 12 de febrero de 2012 se produjeron tres oleadas de frío que dejaron helada a la Comunidad Valenciana, con temperaturas inferiores a -4ºC en el 70% de la comunidad. Si además se tiene en cuenta que enero suele ser más frío que febrero, los vientos del norte, si aparecen, ya no bajarán tanto las temperaturas, pero como apunta la portavoz de la Aemet, «las previsiones que tenemos para las próximas dos semanas nos indican que seguirán las lluvias», lo que no le permitirá al anticiclón fijarse como cada invierno. Y es que Daniel Santos, doctor en Físicas y experto en predicción, también aprecia en los modelos que «hoy entra una nueva borrasca por el norte». Y es que este «oleaje de la atmósfera» no se detendrá hasta llegar al mes de marzo y acercarnos cada vez más a la primavera. «Si te das cuenta y aunque parezca que hace frío, es más una sensación porque las heladas de madrugada no se están produciendo», añade el experto.
Y es que una de las claves para comprender por qué si el frío llega a finales de febrero, sus efectos no serán tan gélidos porque a más horas de luz, menos frío. «Cuando los días son más cortos, la radiación solar es menor y la atmósfera se calienta menos. Cuando entra la primavera los días son más largos y se genera más calor», aduce Santos. Así, las oleadas heladas que nos puedan llegar del centro de Europa no generarán el frío que crearían hoy, en pleno mes de febrero.
Es curioso comprobar cómo mientras que en media Europa las lluvias y las nevadas causan estragos, en Estados Unidos funciona el fenómeno contrario. Allí las temperaturas son muy bajas y el frío es seco; las precipitaciones aún no han aparecido. En Nueva York, por ejemplo, la temperatura mínima de ayer alcanzó los -10ºC y, por supuesto, con los cielos completamente azules.
A partir de mañana como afirma Eumetsat, la agencia europea que controla los satélites meteorológicos, entra una nueva borrasca. Es decir, más lluvia, más olas peligrosas y también rachas de viento importantes. La que llega por la vertiente atlántica y que baja desde las islas británicas hasta nuestras costas, especialmente Galicia, se llama «Tini». Nombre escogido porque Kristina Gaster, una ciudadana alemana anónima, decidió acuñarlo así. Sí, no es una broma. La Universidad Libre de Berlín tiene un Instituto de Meteorología que se encarga de predecir las borrascas y los anticiclones que van a llegar. Para financiarse han creado el programa «Adopta un vórtice», por el que cualquier persona, de Alemania o de fuera, puede «hacerse» con una de estas depresiones. Eso sí, «adoptar» una borrasca cuesta unos 199 euros, mientras que si se decanta por un anticiclón el coste es más elevado, cien euros más. Así, los nombres de mujeres que hemos ido escuchando a lo largo de los últimos dos meses –«Petra», «Ruth» o «Stephanie»– no son nombres escogidos al azar y son todas mujeres porque las borrascas llevan nombres femeninos, mientras que los anticiclones son masculinos.
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