Operación Policial

El acusado de violar a mujeres tras atarlas con bridas niega los hechos y alude a juegos sexuales consentidos

El hombre acusado de violar a ocho mujeres en cinco años, la mayoría de ellas prostitutas, tras atarlas con bridas y taparles los ojos con un esparadrapo o cinta aislante ha negado cualquier "acto violento"y ha aludido a "juegos sexuales consentidos"en los que en ocasiones juntaba las manos a las mujeres "con un coletero, bridas o cuerdecillas", "pero sin atarlas". Frente a su versión, las víctimas han relatado con detalle lo que padecieron. El hombre, de 43 años en la actualidad, se enfrenta a una pena de 152 años y medio de cárcel por delitos de detención ilegal, violación, robo con violencia e intimidación con uso de instrumento peligroso y faltas de lesiones, tal y como reclama el ministerio fiscal.

El hombre, quien se ha sentado este martes en el banquillo de los acusados en la sección cuarta de la Audiencia de Valencia, ha negado en todo momento los hechos que se le atribuyen y ha afirmado que no reconoce a ninguna de las víctimas -pese a las pruebas de ADN-, aunque luego ha admitido que puede que con alguna de ellas sí que contratara servicios sexuales. De las ocho víctimas, la mayoría eran prostitutas. Lo que sí ha indicado es que en cinco ocasiones se acercó hasta la Avenida Barón de Cárcer para requerir los servicios de prostitutas, y "siempre"era después de que tuviera "riñas"con su mujer, y lo hacía "como venganza", aunque luego, según ha dicho, se arrepentía y se sentía "sucio".

Durante estos servicios, el hombre, quien se ha negado a responder a las preguntas formuladas por la acusación particular, representada por el abogado Emilio Pérez Mora, ha insistido en que "nunca"maniató a nadie ni amenazó con un arma, ni tampoco robó objetos personales, tal y como sí mantienen las víctimas. Así, ha negado "actos violentos"y ha indicado que "en alguna ocasión", cuando las mujeres querían, les sujetaba las manos pero "como un juego", mediante "un coletero o bridas o cuerdecillas".

Preguntado por el motivo por el portaba las bridas en el vehículo, ha explicado que es electricista y que las utiliza para su trabajo. Así mismo, las llevaba --ha justificado-- porque se estaba reformando una casa en el pueblo y con las bridas ataba el material a la vaca del coche.

Si las mujeres no accedían a esta propuesta suya, ha explicado que se limitaban a "hacer el servicio pactado y ya está". Tras ello, ha explicado que "alguna vez"salió "huyendo"de algún lugar porque "no podía seguir allí, me sentía mal, quería huir de allí porque pensaba en mi mujer y en mis hijos y me entraba remordimiento", ha narrado. "En más de una ocasión --ha proseguido-- las dejaba allí -a las mujeres- porque no me sentía bien con lo que había hecho. Me sentía sucio. Era rápido y con ganas de terminar", ha afirmado el procesado, quien ha señalado que no se considera violento, "y menos aún con las mujeres", ha apostillado.

"No sabía si me iba a matar"

Tras su relato, les ha tocado el turno a las víctimas, quienes han corroborado ante el tribunal el miedo que pasaron cuando el acusado les ató y las violó. Una de las mujeres a las que el procesado contrató sus servicios ha narrado cómo éste, tras pactar un precio, la llevó en un coche hasta el tanatorio, bajó los seguros, le puso un cuchillo en el cuello, la ató con bridas y le tapó casi toda la cara con celo. "En ese momento me corté porque no sabía si me iba a matar o no y quería dejar mi sangre por ahí manchada", ha señalado. Seguidamente le violó, se quedó con su bolso, le hizo bajar del coche y tras cortarle las bridas, se marchó del lugar. "Estoy con tratamiento por depresión y nada más verlo se pone la piel de gallina", ha descrito.

Otra de las víctimas, que no ejercía la prostitución, ha narrado que el procesado le paró en la calle, cuando ésta iba andando y él en coche, y le preguntó cómo llegar a la zona de Juan Llorens. Se lo explicó y como no le quedaba claro, le pidió que subiera al coche y le acompañara, a lo que accedió porque vivía "muy cerca", ha indicado. Sin embargo, el procesado se desvió del camino y le puso un objeto punzante en el costado, que luego vio que era un cuchillo. Se la llevó hasta el tanatorio, le ató las manos con "un cordón"y le puso cinta adhesiva en los ojos. Seguidamente la trasladó a otra zona, y la violó. "Cuando acabó es cuando más miedo pasé. Me sacó del coche, me dio algunas de mis cosas -no el dinero-, me quitó el cordón y se fue".