Accidente de tren en Santiago
El maquinista hablaba con Renfe cuando el tren descarriló a 153 km/h
La caja negra del tren registra datos de conversaciones, velocidad y frenos
Una conversación telefónica podría haber sido la causa de que el maquinista del tren siniestrado el miércoles de la semana pasada en Santiago de Compostela, Francisco José Garzón Amo, se despistara momentos antes del accidente.
Una conversación telefónica podría haber sido la causa de que el maquinista del tren siniestrado el miércoles de la semana pasada en Santiago de Compostela, Francisco José Garzón Amo, se despistara momentos antes del accidente. Según informó ayer el Tribunal Superior de Justicia de Galicia (TSJG), el audio almacenado en las cajas negras del Alvia ha desvelado que Garzón estaba hablando por teléfono con personal de Renfe en el momento del accidente. El dispositivo, cuyos datos fueron extraídos en un lápiz de memoria por orden del juez del Juzgado de Instrucción Número 3 de Santiago, Luis Aláez, recoge una llamada al teléfono profesional del maquinista minutos antes de la salida de la vía en la que un operario de Renfe, «que parece ser un controlador», le habría indicado el camino que tenía que seguir al llegar a Ferrol. «Del contenido de la conversación y por el ruido de fondo, parece que el maquinista consulta un plano o algún documento similar en papel», añade el TSJG. La Policía trata ahora de esclarecer de dónde partió esta llamada y si la misma habría causó el despiste.
Las conversaciones entre los maquinistas y el personal de Renfe como los controladores suelen ser habituales y están permitidas por el reglamento, según explican fuentes de la operadora. En ocasiones, las interferencias hacen complicado las comunicaciones vía radio, por lo que resulta más efectiva una llamada al móvil de la compañía, añaden. Renfe, en unas recomendaciones realizadas en julio de 2011 por parte de su Dirección de Seguridad en la Circulación sobre el uso del teléfono móvil en la conducción, recomienda a sus maquinistas llevar el teléfono móvil en modo silencio y que, cuando sea necesario hacer uso de este dispositivo «debido a algún tipo de emergencia o por avería o disfuncionalidad del equipo de comunicaciones autorizado, asegurarse de que no existe riesgo y limitar la comunicación a lo estrictamente necesario». En la introducción del documento, la operadora recuerda que «los teléfonos móviles y otros dispositivos de comunicación pueden ser muy útiles, pero también pueden introducir riesgos. Mantener una conversación hablada o el uso de servicios de datos tales como mensajes de texto, correos, internet, vídeo, etc; pueden distraer nuestra atención dejando de percibir información importante relacionada con tareas de seguridad». En la «Guía de Buenas Prácticas», se solicita a los conductores que supriman las conversaciones «en los puntos críticos de la tarea en donde se requiera más atención».
Fuentes de la investigación consultadas por Efe aseguraron que en la conversación con personal de Renfe a través de su teléfono profesional, que se encuentra extraviado tras el impacto, se escucha decir a Garzón hasta tres veces la expresión «La cagué», justo antes del siniestro.
Que Garzón se despistó instantes antes del fatal siniestro es algo que el propio maquinista ha reconocido. En su declaración ante del juez Aláez, aseguró que lo hizo hasta el punto de no saber ni siquiera dónde estaba. Que creyó que no estaba en ese punto del recorrido y que cuando quiso frenar, ya era demasiado tarde, aunque llegó a hacerlo. Tal extremo ha sido corroborado por los datos contenidos en las caja negras, pues el TSJG aseguró que «segundos antes del accidente, se activó el freno». En cualquier caso, no fue suficiente para detener la marcha del tren. Según explicaron fuentes de la investigación, a 350 metros de la curva de A Grandeira donde descarriló, el tren circulaba a 184 kilómetros por hora y venía de transitar a 192 kilómetros por hora en los kilómetros previos. En ese momento, Garzón activó el freno por primera vez. Justo antes del siniestro, lo hizo por segunda vez. En ese instante, circulaba a 153 kilómetros por hora, según los datos recogidos en la cajas negras, ubicadas una en el vagón delantero y otra en el trasero.
En el atestado policial, el maquinista asegura que en ningún momento levantó el pie del pedal conocido como dispositivo de «hombre muerto», que frena el tren de forma automática si permanece 27,5 segundos sin ser accionado. Los datos de la caja negra no ofrecen ninguna información que contradiga esta versión.
Tras la apertura de las cajas negras, el juez ha autorizado también otras pesquisas: la medición de las ruedas de los vagones a la Comisión de Investigación de Fomento, un estudio de la máquina y el traslado de perros para una última inspección. Los vagones no se moverán hasta que no finalice la inspección ocular.
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