Salud
España ve bien las ópticas
El negocio de las ópticas es boyante. Y es que la materia prima de la que se abastece crece y crece, merced a unas nuevas tecnologías en las que nos dejamos los ojos. Un negocio que en España es muy familiar.
El negocio de las ópticas es boyante. Y es que la materia prima de la que se abastece crece y crece, merced a unas nuevas tecnologías en las que nos dejamos los ojos. Un negocio que en España es muy familiar.
Todo el mundo necesita gafas. Y si no las necesita, porque ahora vea bien, también se debe comprar unas. Aunque sean de sol. Y dentro de unos años... para la presbicia. Cosas de la rigidez del cristalino que a todos nos alcanza. Todo ello y más es lo que ha hecho de la óptica uno de los grandes negocios de futuro. Hasta el punto que, según datos del Instituto Nacional de Estadística, en España hay cerca de 20 millones de usuarios de gafas graduadas o lentillas, de los que alrededor de 12 millones son miopes, unos 2,8 millones hipermétropes y 18 millones tienen presbicia –no se considera el astigmatismo, ya que habitualmente aparece combinado con miopía o hipermetropía–. Un cúmulo de «desgracias» oculares que para algunos son una bendición económica. Y es que en la salud no hay reparos financieros. Todo ellos nos ha llevado a un gasto medio anual por habitante en España en óptica de 36,2 euros. Hemos de tener en cuanta que no cambiamos de gafas o de cristales todos los años. Pese a ello, el gasto español es inferior al de Reino Unido (39 euros), Italia (40 euros), Alemania (43,3 euros), y la mitad del que se produce en Estados Unidos (73 euros). Otra cosa es el negocio puro y duro a pie de calle: España aparece como el país europeo con más establecimientos por habitante, con 203, seguida de Grecia, que tiene 181, Italia (160), Francia (150), Suiza (142), Alemania (122) y Reino Unido (112). Por su parte, en Estados Unidos existen 153 ópticas por cada millón de habitantes. Un número último que se explica por la importancia de las ventas por internet en el gigante americano. Es ese espacio, el de las compras online, las que hace años provocaron en nuestro país una cierta incertidumbre ante la llegada –sin control– de productos de Asia que entraban en competencia directa con los ofertados en España. Lo que inicialmente se apreciaba como riesgo o intromisión, cada vez más se va percibiendo como oportunidad. La prueba, el mejor ejemplo, es que hasta hace muy poco, toda la venta online provenía de esas compañías extranjeras, mientras que ahora hay muchos ópticos que tienen en su web un apartado para la venta por internet. Algo relevante pero no definitivo para que un español se compre unas gafas. Todos los estudios apuntan a que lo decisivo es el trato, bueno, de los comerciales en las tiendas. El factor humano.
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