Caso Bretón
José Bretón, crecido
Poco después de anunciarse el veredicto que lo consideraba culpable de los asesinatos de Ruth y José, la celda de José Bretón fue registrada en busca de objetos con los que pudiera autolesionarse. Como era previsible, los funcionarios de prisiones no hallaron nada. El ya condenado no ha dado la más mínima muestra de preocupación tras el pasado viernes. Es más, según informan a LA RAZÓN desde su entorno, Bretón se muestra durante estos días «crecido, con una enorme seguridad en sus posibilidades para eludir su culpabilidad». Todo se lo juega a una baza: el recurso al Tribunal Supremo. De hecho, esta semana está previsto que se reúna con su abogado, José María Sánchez de Puerta, para tratar el asunto. «El Supremo va a poner las cosas en su sitio», ha llegado a comentar. De hecho, la noche del viernes al sábado durmió plácidamente en su celda de la prisión cordobesa de Alcolea. Y a la mañana siguiente, seguía hablando de sus hijos en presente, como si aún siguieran con vida.
Previsiblemente, Sánchez de Puerta y su defendido centrarán su recurso en la ruptura de la cadena de los restos óseos hallados en la finca de «Las Quemadillas». De hecho, la declaración durante el juicio de la forense Josefina Lamas, que aludió a un «rumor» acerca de que los huesos se habían llevado a un bar para entregárselos al perito Francisco Etxeberría, fue de las pocas satisfacciones que ha vivido Bretón a lo largo del proceso. «Esta mujer me ha hecho un favor», llegó a comentar.
Prácticamente desde que comenzó el juicio, Bretón tenía más que asumida su condena. Consideraba que el jurado, al estar compuesto por ciudadanos de Córdoba, estaba «intoxicado». «¿Siete mujeres en el jurado? Estoy condenado», llegó a afirmar cuando se anunció la composición del mismo. De ahí que haya comentado durante este fin de semana que el juicio y el consiguiente veredicto «sólo han sido un trámite». Del mismo modo, ha insistido durante los últimos días en que «no hay pruebas» que demuestren su culpabilidad.
Sin refuerzo, de momento
En principio, no está previsto que se vaya a reforzar el protocolo antisuicidio en el que ya está inscrito Bretón. Hay que recordar que el condenado está permanentemente vigilado, durante las 24 horas del día, por un «preso sombra» en su celda. En todo caso, no es descartable que durante la próxima semana se pueda endurecer el protocolo. ¿En qué consistirían las medidas? Básicamente, los funcionarios deberían estar más pendientes de Bretón. Por ello, tendrían que entregar tres informes diarios en los que se comunicara si se han producido cambios en su alimentación, las compras que realiza en el «economato» de la cárcel, las comunicaciones con el exterior, las modificaciones en su comunicación, etc.
Precisamente, sobre esta última posibilidad, hay que apuntar que Bretón no sólo no ha precisado de más medicación durante los últimos días; los médicos de prisión le han ido rebajando las dosis desde el mes de abril. Así, de tres dosis de tranquilizantes diarias ha pasado actualmente a una. Del mismo modo, ha renunciado a acudir a la consulta de su psicólogo.
Independientemente de sus esperanzas para salir en libertad, Bretón está seguro de que será trasladado a otra prisión. Algo que le cambiaría su régimen de vida por completo. Primero, porque actualmente está ingresado en el módulo de ingresos, donde convive con no más de 20 presos –a los que se les ofrece entrar en dicho módulo siempre que se turnen para ser el «interno sombra» de Bretón– y en el que el condenado se encuentra cómodo. Segundo, porque quiere seguir estando lo más cerca posible de sus padres, Bartolomé y Antonia.
«Se me está juzgando a mí, no a mis padres», llegó a decir al poco de comenzar el proceso en la Audiencia Provincial de Córdoba, en referencia a un posible «juicio paralelo» que estarían sufriendo sus progenitores. Hay que recordar que, al igual que hicieron sus hermanos, sus padres optaron por no declarar en el juicio con vistas de no perjudicar a su hijo y, sobre todo, para no caer en perjurio.
No parece que Bretón, meticuloso y ordenado dentro y fuera de prisión, vaya a cambiar sus rutinas. Al menos hasta que se dicte sentencia, algo que ocurrirá previsiblemente a finales de julio. Se enfrenta a 40 años de cárcel, pero con el actual Código Penal, sólo cumpliría un máximo de 25.
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