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La ex novia de Bretón: «Me utilizó como coartada»

El acusado miraba de reojo a su ex novia, Conchi, mientras declaraba ayer en el juicio
El acusado miraba de reojo a su ex novia, Conchi, mientras declaraba ayer en el juiciolarazon

CÓRDOBA- El cuarto día del juicio contra José Bretón restó protagonismo a la familia y dejó paso a amigos y personas allegadas a la pareja. Después de oír el testimonio de su ex mujer, Ruth Ortiz, y las contradicciones del imputado, le tocó el turno a la ex novia de éste. «Utilizada» es quizá la mejor palabra para definir a Concepción Molina, Conchi. Tras 14 años sin tener noticias del que fue su novio hace 22, desde la desaparición de los pequeños Ruth y José se encuentra en el ojo del huracán. Mucho se ha especulado sobre ella, sobre su papel. Pero la prueba exculpatoria que pretendía presuntamente conseguir con ella Bretón, acusado de asesinar a sus dos hijos con alevosía y agravante de parentesco, se ha desvanecido, si es que algún día existió. Ella era sólo parte de una estratagema del acusado. Una pieza más del rompecabezas que podría haber montado Bretón. De otro modo no se entiende que el 7 de octubre de 2011, tras comprar gasoil y llevarle una carta y un ramo de flores a Ruth pidiéndola una segunda oportunidad, llamara a su ex pareja con el fin de retomar la relación sentimental que mantuvieron.

El día antes de la desaparición de los pequeños, Bretón «me llamó con la excusa de conseguir el teléfono de mi ex novio porque supuestamente iban a organizar una reunión de antiguos alumnos. No se lo pude dar porque no lo tenía». En su declaración, Conchi también afirmó que, «cuando llamó, mi madre le dijo que estaba con sus nietos en el parque y cuando hablamos me preguntó por ellos. Le dije que no eran mios, sino que eran mis sobrinos». Según la testigo, Bretón intentó tener un encuentro con ella: «Me dijo que si podíamos quedar ese fin de semana, pero yo me iba de viaje a Sevilla, así que le dije que no», relata Conchi, después de admitir a la fiscal que le «conocía porque estuve saliendo con él hace 22 años. La última vez que nos vimos fue hace 14 o 15 años, cuando quedamos a tomar algo». No sería la última llamada. Ocho días después de «perder» a sus hijos en el parque Cruz Conde volvió a llamarla, con tono «meloso»: «Me dijo que se acordaba de mí, del beso que tiempo atrás yo le había rechazado». Tras varios cambios de día y de hora quedaron, pero, en el último momento, Bretón llamó a Conchi para decirle que estaba ayudando a la Policía. Ella sólo tuvo que atar cabos. «Yo no encuentro otra explicación a que quisiera quedar conmigo si no es que buscaba una coartada», afirmó la testigo.

Quemar el rastro de los niños

Utilizado también se sintió Vicente Manuel García Rodríguez, un vecino de Bretón, que al ver que iba con frecuencia a Córdoba, le llevó a la cooperativa Entidad Villaonuba, en Huelva, en la que trabajaba para que «se ahorrara unos céntimos en el gasoil». El martes, Ruth Ortiz aseguró que sí «consiguió una tarjeta para comprar gasoil de Vicente». Dejando a un lado esa apreciación, ese día Bretón llenó el depósito, pero no se llevó garrafas, según el testigo: «Al conocer que Bretón había ido a repostar en más ocasiones, llevándose incluso garrafas, me sentí utilizado».

Un compañero de Vicente, Joaquín Molina Berrocal, aseguró ayer que «le llené el depósito en una ocasión y también dos o tres garrafas. No sé lo que consume un Opel Zafira (el coche de Bretón), pero con el depósito lleno tiene para ir y volver de Córdoba». Y es que durante la comparecencia de Bretón no quedó claro por qué si llenó su tanque con una garrafa tiene que volver a parar porque se le vacía el tanque. «Tendré un cuarto», afirmó. No es un asunto baladí. Según la Fiscalía, los 271 litros adquiridos en la cooperativa, entre el 19 septiembre y 7 de octubre, los habría utilizado para quemar el rastro de sus hijos. Si bien, como prueba sólo hay cuatro tickets del gasoil que Bretón se llevó.