El día de las familias
La familia cristiana, un pilar indispensable
Una multitud de niños, jóvenes y padres desafiaron al frío para defender a la institución n «Madrid es hoy la capital de los hogares del mundo»
Por sexto año consecutivo, la plaza de Colón y sus alrededores se llenaron con decenas de miles de familias que ya sabían, por experiencias anteriores, que venían a sufrir mucho frío, muchas horas de pie, incomodidades con niños y con mayores y una liturgia exigente, pero que repiten año tras año para hacer visible la propuesta de la familia cristiana. Las cifras de asistencia eran parecidas a las del año pasado, o quizá un poco mayores.
Vino un importante asistente primerizo, el enviado del Papa, el arzobispo Vincenzo Paglia, presidente del Pontificio Consejo para la Familia. El prelado italiano estaba visiblemente impresionado y emocionado por la multitud reunida, entre la que ondeaban banderas de Portugal, de Francia (peregrinos llegados con el obispo Cattenoz, de Aviñón), de Polonia (llegados con el obispo Kiernikowski, de Siedice), de Croacia y de Eslovenia. Paglia, que lleva pocos meses en el cargo, pudo así hacer una exhortación aplicable a todo el Viejo Continente. «La crisis pone a prueba a nuestro país y a Europa entera, pero el Señor no deja de ofrecernos ayuda. También María y José tuvieron problemas, incluso antes de casarse, y lo superaron todo. ¿Cuál era su secreto? ¡El Niño! Ése es el secreto de la Sagrada Familia de Nazaret», predicó Paglia. «Hacen bien los obispos españoles al enviar este mensaje especial hoy», afirmo refiriéndose al encuentro. «El Niño nos pide que mostremos la belleza de la familia y que la defendamos, con el llanto de todos los niños abandonados, esos niños que tienen necesidad del afecto de un padre y de una madre», y repitió entre aplausos el «un padre y una madre». Paglia, un hombre muy afable y de maneras cordiales, ligado a la Comunidad de San Egidio, no tuvo ningún problema en hablar del diablo: «La serpiente tentadora está roja de envidia por la familia, que es el tesoro más preciado de la humanidad. ¿Dónde iremos sin ella en momentos de crisis como éstos?» Y dirigiéndose a la ciudad, no sólo a los cristianos, proclamó con voz potente: «¡Madrid, levanta los ojos y mira a esta plaza, a estas familias que son tu fuerza!». El arzobispo insistió en que la Iglesia se alegra por todas las familias verdaderas, «también las que no son cristianas, nos llenan de alegría por ser bellas y auténticas». «Madrid es hoy la capital de las familias del mundo, una bella capital», afirmó. Y expuso su sueño: «Que el mundo entero sea una familia universal de hermanos y hermanas y que el Señor del Cielo sea el Padre bueno de todos». Paglia anunció además un gran encuentro de familias para el 26 y 27 de octubre en Roma: «Primero todos a comer las uvas a medianoche, y el año que viene, todos a Roma», dijo con humor.
Al enviado papal le sucedieron dos coros de villancicos: el de la parroquia Santa Catalina Labouré de Madrid y el del colegio San Agustín de Valladolid, ganadores de un concurso radiofónico y que tuvo realmente mucho éxito con unos temas ambiciosos y alegres que la gente agradeció y bailó para entrar en calor. Después predicó Juan Antonio Reig Pla, el obispo de Alcalá y responsable de temas de familia en la Conferencia Episcopal. «Somos una multitud enorme», dijo, que «quiere transmitir a España entera la belleza del amor conyugal y de la familia cristiana». Afirmó que sin un Dios Padre «es imposible la fraternidad y la igualdad en libertad y dignidad» y que «en la familia aprendemos a amar y custodiar el amor». Lamentó «la epidemia de las rupturas familiares que causan sufrimiento a tantos, y de manera especial a los niños». Y afirmó, contundente: «España necesita familias unidas y fuertes; sin hijos, España no tiene futuro».
Una novedad de esta edición fue la predicación de Kiko Argüello, iniciador del Camino Neocatecumenal, desde siempre un gran impulsor de la cita. Kiko ha hablado cada año, pero lo nuevo esta vez era la predicación kerigmática, palabra griega que designa al anuncio de la muerte y resurrección de Cristo para salvar a los hombres de la muerte y del pecado. Kiko, que se movía por el escenario («para entrar en calor», dijo), se remontó al origen: Eva y la serpiente. Según explicó, Eva ya conocía el bien y la serpiente le tentó ofreciéndole conocer también el mal. «Seréis como Dios, conoceréis el bien y el mal, seréis sabios, es falso que vayáis a morir si coméis del Árbol del Bien y del Mal», decía la Serpiente. «La serpiente mentía, porque después de comer del árbol el hombre empezó a morir, y aún hoy muere», constató el predicador. Comparó la vida con un teatro en el que Dios es el director que reparte papeles. «Pero si Dios no existe, ¿yo qué soy? Si no hay director en la obra, ¡no tengo personaje, no tengo papel! Y así va el mundo: divorcios, adulterios, fornicaciones, en la televisión, en las películas, con el divorcio exprés, las guerras, los abortos, drogas, asesinatos, las barbaridades de Auschwitz hace pocos años... Porque el hombre ha rechazado a Dios». La solución, recordó, es Cristo, «que ha muerto por ti y por mí para que recibamos el perdón de los pecados y la vida eterna, porque Dios te ama, aunque seas un canalla y un mentiroso».
«Si estás hecho polvo, acepta a Jesucristo»
«Si estás perdido y hecho polvo, acepta ahora a Cristo y su inmolación por ti, y puedes recibir ya el perdón de los pecados y una vida nueva», resonaba con firmeza y convicción la voz de Kiko Argüello en la plaza de Colón. «Y así la muerte ya no es triste, los funerales cristianos son una fiesta, es el día del nacimiento a la vida eterna, y el cementerio es donde se duerme esperando la Segunda Venida de Cristo», añadió, poco antes de que la Orquesta del Camino Neocatecumenal interpretase su pieza «Resurrexit», potente y victoriosa, el triunfo de Cristo, el aparentemente derrotado, sobre la muerte, que parecía invencible. Kiko recordó que ha publicado hace unas semanas su libro «El kerigma en las barracas con los pobres».
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