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Los amuletos siguen vigentes, pero adaptados a los nuevos tiempos

Los amuletos, objetos que protegen contra algún problema y que muchas personas utilizan, siguen vigentes a día de hoy pero adaptados a los nuevos tiempos.

Si años atrás los humanos echaban mano de ellos para alejar los males que podían hacerles daño, bien espiritual, física o moralmente, en la actualidad mucha gente sigue usándolos.

En los exámenes, cuando se conduce o a la hora de viajar en avión, por poner algunos ejemplos, muchas personas siguen sintiéndose protegidas con esos pequeños objetos.

La ciudad de Lugo ha acogido hoy una jornada centrada en los amuletos y reliquias, sus usos y creencias. Su coordinador, Antonio Reigosa, ha dicho que los amuletos siguen utilizándose en la actualidad, aunque reconoció que "a lo mejor no con tanto convencimiento como se podía hacer en generaciones pasadas".

"En este asunto no hemos cambiado mucho", afirmó.

"La muerte es el gran mal a evitar, pero el amuleto no es un protector específico contra la muerte sino contra la supervivencia y para una mejor calidad de vida", como ha explicado Reigosa.

Que la gente sigue utilizándolos hoy da prueba de ello alguna anécdota que ha sido puesta de manifiesto durante la jornada celebrada hoy en la capital lucense.

El ejemplo es el de una muchacha que para sentirse segura cuando se subía a su coche colocó unas cabezas de ajo debajo del capó. El caso es que un día el automóvil se detuvo y los causantes de aquel parón no era otro que el amuleto que había colocado, pues los ajos habían enraizado de tal manera que se enredaron en la correa de ventilación.

El coordinador de la jornada explicó que los amuletos son objetos, generalmente pequeños y portátiles, que atendiendo a la forma o al material del que están hechos se usaron y aún se usan, según creencias bien arraigadas, para atraer la suerte o para alejar el mal.

En cambio, las reliquias, concretó, tienen su origen en el martirio de los primeros cristianos cuyos restos eran conservados o venerados.

Medallones, escapularios o relicarios con presuntos fragmentos del cuerpo o de lugares santificados, siguen siendo "el gran reclamo de muchas catedrales, iglesias o santuarios, como lo es la posesión o la manipulación de amuletos para toda clase de taumaturgos (persona capaz de realizar milagros)", afirmó Reigosa.

En el siglo XVI, abundó, el Concilio de Trento acrecentó este tipo de culto y propagó la fe masiva en sus efectos beneficiosos, "poniendo en marcha, de paso, un gran negocio".