Aragón
Los agricultores salvan los humedales
Cuando uno se acerca a la Comarca de los Monegros (Aragón) espera encontrarse con un paisaje árido y semidesértico. Sin embargo, esta zona también puede presumir de paisajes acuáticos y biodiversidad. El proyecto Life+ Creamagua ha instituido la conciencia ecológica entre los agricultores de la zona, que ven como la construcción de humedales en la cuenca del río Flumen enriquece el paisaje. Una actuación contraria a otras actividades populares en España el siglo pasado: la desecación de humedales históricos para uso agrícola.
Uno de los entornos más bellos en los que poder contemplar avifauna son las lagunas; de hecho, muchas de ellas en España se enmarcan entre las lindes de Parques Nacionales o Reservas de la Biosfera.
Pese a ello, este tipo de entornos no siempre han sido populares. Durante el s.XIX las lagunas estuvieron en el punto de mira por ser focos de insalubridad, y en el siglo pasado se extendió la práctica de desecar estos humedales para el uso agrícola.
Precisamente con el propósito de mejorar el control de la contaminación agrícola y aumentar la biodiversidad se inició el proyecto Life+ Creamagua en la Comarca de los Monegros (Aragón).
"El objetivo del programa es la reducción de nutrientes inorgánicos –nitrato y fosfato– y sales de los excedentes de agua agrícola. Para ello hemos construido balsas de agua con vegetación que imita al medio natural y conseguimos rejuvenecer el bosque, aumentar los hábitats de ribera y la dispersión de semillas", explica el biólogo Adrià Masip Perpinyà, técnico principal del proyecto.
Gracias a esta iniciativa la comarca cuenta ahora con 16 humedales nuevos que funcionan como filtros verdes y recogen el agua sobrante del riego de la agricultura. Las masas de agua funcionan de tal forma que el excedente del riego de los campos se almacena antes de llegar al río. Así, las plantas y microorganismos son capaces de eliminar parte del nitrógeno y el fósforo de las aguas contaminadas.
"Todos estos humedales se han creado en terreno público. Para ello hemos tenido que trabajar mano a mano con los municipios por donde pasa la actuación del río Flumen", señala el científico.
Agricultores implicados en buenas prácticas ambientales
La restauración ecológica ocupa en total 70 hectáreas de ribera en 19 zonas del río que pasan por los términos municipales de Albalatillo, Almuninente, Barbués, Grañén, Torres de Barbués, Sangarrén Lalueza y Sariñera. En estas dos últimos se han llevado a cabo las actuaciones más importantes.
Masip Perpinyà se encarga de medir cada tres meses la calidad de entrada y salida del agua de los humedales, y los primeros resultados indican que esta ha mejorado con un descenso de nitratos de media de entre un 50% y un 90%.
Como subraya Daniel Pérez, alcalde de Lalueza y consejero de cultura de Los Monegros, "este proyecto cuenta con el apoyo de todos los sectores implicados, incluidos los sindicatos agrarios. Los agricultores hemos aplicado las buenas prácticas ambientales, no solo por normativa sino también por convencimiento. De cara a los ciudadanos que no viven en el medio rural debemos convertirnos en cuidadores del medioambiente".
Si se pasea por estos humedales de la comarca, se puede comprobar que su paisaje nada tiene que ver con el de los aledaños más áridos, ya que con la colaboración de la Fundación Biodiversidad han plantado 4.000 árboles.
Los bosques están formados por sauces, sauco, álamo, madreselva, olmo, fresno o chopo blanco, y la vegetación típica de las riberas como juncos, lirios y salicaria. En algunos pueblos, el cambio ha sido tal que los vecinos están encantados de poder pasear por áreas llenas de agua y vegetación de las que antes carecían.
"Este proyecto es único en España e internacionalmente tampoco existe otro igual. Hemos demostrado que se puede hacer, y que es extrapolable a cualquier cuenca hídrica, lo cual ya es mucho", enfatiza a Sinc Masip Perpinyà.
Historia de una desecación: la laguna de Antela
Donde ya no se puede disfrutar de esta riqueza paisajística es en la laguna de Antela (Ourense) que corrió una suerte muy distinta. Su desecación fue un triste hito histórico en la ecología española, ya que supuso la destrucción de la mayor laguna de agua dulce de la península ibérica.
Este humedal tenía una extensión de agua estancada que se ubicaba en la comarca de A Limia. Abarcaba una superficie aproximada de 3.600 hectáreas entre los concellos de Vilar do Barrio, Sarreaus, Xinzo da Limia, Vilar do Santos, Sandiás y Xunqueira de Ambía.
"La desecación de la laguna fue una operación chapucera y, por lo tanto, las consecuencias fueron negativas: no se lograron los objetivos propuestos y se destruyó un lugar de riqueza natural manifiesta", explica a Sinc José Ramón Fernández Prieto, profesor de la Universidad de Oviedo y coautor de un estudio sobre el humedal.
Muchas leyendas la rodeaban, desde que en sus profundidades se escondía la ciudad sumergida de Antioquía, hasta que sus insectos eran figuras encantadas del rey Arturo y sus caballeros.
La realidad es que su desaparición tuvo un coste ecológico muy elevado, ya que albergaba 517 especies de invertebrados, y provocó la extinción de 11 especies de aves reproductoras en Galicia y la pérdida de la última población reproductora de ánsar común (Anser anser) en España.
Los polémicos informes ambientales
Los daños fueron irreparables y las mermas ecológicas y biológicas se hicieron extensivas a los ríos próximos de Antela y Limia. La Sociedade Galega de Historia Natural presentó alegaciones muy duras al proyecto, argumentando que se infravaloraban los efectos medioambientales y geotéctónicos del sistema de riego planteado.
Además, se denunció la falta de rigor del informe de impacto ambiental realizado por la Xunta porque, por ejemplo, el inventario de especies que lo acompañaba señalaba la presencia en Antela de un número de vertebrados cinco veces inferior al real. Finalmente la desecación se hizo efectiva, pero fue una obra inacabada.
"Sufrió uno de los problemas que caracteriza a gran parte las grandes obras públicas que se realizaron en España en los últimos siglos, la insuficiencia crónica de la financiación", añade Fernández.
Los ejemplos de desecación en la zona atlántica fueron mucho más raros que en otras zonas de España como Castilla la Mancha (Ciudad Real), en las depresiones del Ebro y del Guadalquivir y en la submeseta norte, donde aún se recuerda la desaparición también de la laguna de Nava (Palencia).
"Se concretan la mayoría en la misma época, finalizan entre finales de los años 50 y mediados de los 60, y son de tamaño similar. Sin embargo, la laguna de Nava llevaba asociada la ocupación por colonos", explica a Sinc Milagros Alario, de la Universidad de Valladolid, que publicó un estudio sobre la historia de la laguna de Nava.
La ocupación de los agricultores
Este humedal estaba situado a unos 12 kilómetros de la ciudad de Palencia en una tierra de campos. El criterio por el que se justifica su desecación era doble: salubridad y productividad.
"Básicamente, son los criterios que han jugado en casi todos los proyectos de desecación que ha habido en España. Por un lado, se explotaban en el período húmedo con pastoreo y apoyo ganadero; pero generaban muchos casos de fiebres", apunta la investigadora.
Desde los Reyes Católicos hay documentación que justificaba que estos humedales llevaban asociados problemas de salud y que sería mucho más productivo si se saneaban y se convertían en tierras de labor. Esa idea cristalizó en la segunda mitad del s. XX.
Cuando la desecación de la laguna de Nava se hizo efectiva lo transformó todo: cambió el paisaje, se eliminó la biodiversidad de la avifauna que temporalmente ocupa las lagunas y la ganadería extensiva también desaparece en favor de la intensiva.
"Fue un caso excepcional porque hubo un proceso de colonización asociado a la desecación. Se construye un pueblo nuevo, de colonos que vienen de los desalojos del embalse de Riaño (León) y de zonas ganaderas. Eran gente que conocía la ganadería intensiva y conformaron un paisaje económico, ambiental y social radicalmente diferente a lo que había anteriormente".
En muchas de estas zonas desecadas se ha intentado recuperar las lagunas. En esta última, por ejemplo, se ha logrado en dos áreas que no formaban parte del proceso de colonización y en otras regiones, como en los humedales de Salburua en Vitoria, se ha conseguido con gran éxito.
En el caso de Antela, la laguna está en proceso de reparación biológica para facilitar la vuelta de la avifauna. Quizás, algún día, vuelva a servir de inspiración para nuevas leyendas.
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