Para el 55,4% el Gobierno ha explotado la crisis migratoria

«Lo importante es un respuesta común para un desafío común». Las palabras del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ante la canciller alemana, Angela Merkel –esta misma semana–, refleja a las claras los intentos desesperados por poner límites a las oleadas de cayucos, lanchas y barcas que tratan de alcanzar el continente europeo. Las escenas de los inmigrantes irregulares –muchos de ellos tratando de huir de países en conflicto o de la pobreza– se repiten en los informativos de media Europa. Frente a las palabras de solidaridad y auxilio de gran parte de la población europea, en los últimos tiempos se han alzado con fuerza voces feroces contra la política de «puertos abiertos» y de acogida. Ese goteo constante de barcas ha provocado el ascenso de los partidos italianos, eslovenos, austriacos y de tantos otros países que apuestan por cerrar las fronteras. Decisiones como la tomada por el Gobierno español, al acoger en Valencia a 630 personas que viajaban a la deriva en el «Aquarius», es un grano en el desierto si lo comparamos con los casi 1.600 que arribaron a las costas andaluzas ese mismo fin de semana. Los gestos del nuevo Ejecutivo socialista español son considerados por el 55,4% de los consultados como una explotación electoral de la crisis migratoria. La Unión Europea ultima una respuesta común, que pasa por una mayor ayuda a los países que están en una primera línea ante la avalancha migratoria. Algo similar a lo que sucedió hace dos años cuando Grecia recibió a cientos de miles de inmigrantes irregulares. La frontera sur de Europa exige solidaridad... y fondos del norte. El desafío migratorio es para todos.