Embarazo
Sida, el virus vence a la niña de Mississippi
Hace cuatro años, en una clínica de Mississippi (EE UU), nació un bebé prematuro. Los médicos no detectaron que la madre tenía VIH hasta que llegó el momento del parto, por lo que no recibió tratamiento durante la gestación. Sólo 30 horas después de nacer, los pediatras decidieron ponerle al recién nacido un triple tratamiento con antrirretrovirales. Los análisis confirmaron la mala noticia: el pequeño estaba infectado y debía seguir con el tratamiento en su casa, pero cuando el menor cumplió 18 meses su madre desapareció, dejó de ir a las revisiones. Cuando cumplió los dos años, la madre volvió a visitar a su doctora, Hannah Gay, y, para sorpresa de ella y del resto de científicos, el virus había desaparecido. Como más tarde se publicó en «The New Journal of Medicine», era el primer caso de cura funcional. «Con este caso se demostraba que un tratamiento agresivo muy temprano conseguía que el sistema inmune controlara la enfermedad», explica la doctora Marisa Navarro, presidenta de la Sociedad Española de Infectología Pediátrica (SEPI). Hoy la esperanza se ha desvanecido. En un control rutinario, han vuelto a detectar trazas de la infección. «Es como si nos dieran un puñetazo en el estómago», afirmó ayer la doctora Gay, del Centro Médico de la Universidad de Mississippi y la pediatra del menor.
Los buenos resultados que se habían obtenido hasta ahora «nos daban mucha esperanza para combatir el VIH. Pensábamos que podíamos acabar con los reservorios (donde se almacenan partículas del virus) que se llenan cuando se multiplican y con la triple terapia que se le dio al bebé parecía que podía llegar a destruirse», sostiene José Tomás Ramos, jefe de Pediatría del Hospital Clínico San Carlos de Madrid. Al margen de lo excepcional del caso, lo que más sorprende a los expertos es que «el rebote de carga viral se haya producido dos años después de la retirada del tratamiento. Lo normal es que aparezca inmediatamente», añade Ramos que ha publicado numerosos artículos sobre el VIH en niños y adolescentes. En esta línea, Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas (NIH), insiste en que no está todo perdido ya que «en lo que tenemos que trabajar ahora es en entender qué consiguió remitir la aparición del virus durante tanto tiempo y así, intentar que ese periodo se prolongue». La realidad es que esta jarra de agua fría podría afectar a otros ensayos que iban a comenzar en todo el mundo a raíz del «bebé de Mississippi». 450 bebés eran candidatos a estos ensayos con la triple terapia ya que sus madres no habían sido tratadas del VIH antes de dar a luz. El caso de Mississippi es difícil de reproducir sobre todo por una cuestión ética. ¿Quién está dispuesto a retirarle el tratamiento a su hijo? No obstante, en Long Island (California, EE UU), el pasado mes de marzo apareció el caso de un niño que, tras un tratamiento similar el del otro bebé, parecía curado. Sus análisis no reflejan indicios del virus pero sus médicos no le han retirado el tratamiento y no se puede considerar curado. «El modelo del niño de Mississippi es único», insiste el pediatra del Clínico.
El fiasco que se han llevado los expertos de VIH «era predecible porque nunca se habló de curación, sino de cura funcional», por eso no era la principal línea de investigación. La prevención de la transmisión entre madre e hijo durante la lactancia es la principal labor de los médicos. «A las madres se les da un tratamiento universal y debemos extenderlo en los países menos desarrollados donde las tasas de transmisión materna es de entre 20-25 por ciento, mientras que aquí es inferior al 2», sostiene Ramos.
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