Crimen organizado
Sito Miñanco quería ser el «Zar de la Coca» en Europa
Mantenía contactos con otras bandas europeas para que los colombianos le confiaran los alijos
Mantenía contactos con otras bandas europeas para que los colombianos le confiaran los alijos.
El «Zar de la Coca» en Europa. No estaba lejos de conseguirlo. El gran sueño de Sito Miñanco, que ha frustrado, en una brillante operación, la UDYCO de la Comisaria General de Policía Judicial de la Policía Nacional.
No ser ostentosos, evitar las comunicaciones telefónicas al máximo y reunirse personalmente; no utilizar las armas y no disparar contra las Fuerzas de Seguridad (el «capo» reprobó el tiroteo de uno de los suyos que provocó heridas a dos agentes de los GEOS); ganarse la confianza de los vecinos; utilizar coches no llamativos, de hasta 10 años de antigüedad; actuar con confianza y no como sospechosos...
Sito Miñanco, uno de los mayores narcotraficantes de Europa, dirigía una organización de medio centenar de individuos, la mayoría de los cuales han sido arrestados, que actuaba en el sur de España, donde estaba la «dirección»; en Madrid, donde se preparaban transportes y blanqueo de dinero; y Galicia, donde estaba la logística, se descargaba la droga, para ser distribuida por todo nuestro país y Europa.
El propio Sito Miñanco, pese a tener un automóvil de alta cilindrada y vivir en un chalet cuando salía del centro penitenciario de Botafuegos por el tercer grado, utilizaba para sus desplazamientos coches normales, algunos con una cierta antigüedad. Todos procuraban pasar como unos ciudadanos más. Al alquilar las casas, solían pagar la fianza y seis meses por adelantado, eran agradables con los vecinos y no daban problemas. «La verdad es que era un tipo simpático», ha comentado uno de estos vecinos sobre uno de sus «lugartenientes».
Detrás de este escaparate, se escondía una de las más potentes bandas de tráfico de estupefacientes. Había establecido una organización piramidal que dirigía mediante entrevistas personales, dada la confianza que sus componentes tenían en él.
Por lo que respecta a las noticias que se han difundido sobre posibles «soplones» que este individuo, o sus compinches, tendrían dentro de las Fuerzas de Seguridad del Estado, las fuentes consultadas no les dan credibilidad. El argumento está claro. De ser así, la operación «Mito» jamás se hubiera podido realizar.
A este respecto, subrayan que al narcotráfico le es muy difícil llegar hasta los agentes de las unidades centrales, los que realizan la investigación y la información. Lo que puede haber ocurrido es que, en las múltiples diligencias que se realizan pueden aparecer matrículas de coches oficiales, lo que habría sido interpretado como que el origen era fruto de «soplos».
La investigación de los agentes, que ha durado 20 meses, ha permitido intervenir 5.000 kilos de estupefacientes. Han sido arrestados 43 individuos y sólo quedan por capturar cuatro o cinco, pero de «segunda fila». Asimismo, han sido requisados bienes e inmuebles por valor de 15 millones de euros. Han quedado precintados 171 inmuebles, cinco barcos, 140 cuentas bancarias y diversos productos financieros, cuyas características, origen y destino examinan ahora los investigadores. Según han informado a LA RAZÓN las fuentes de la investigación, la operación «Mito» (denominado así por el tiempo que lleva Miñanco en el mundo delictivo) se inició cuando se detectaron entrevistas de este individuo con su «lugarteniente» Luis Enrique García Arango (que residía habitualmente en Madrid) en la localidad de Marbella. Es decir, que utilizaba el tercer grado penitenciario que se le había concedido para continuar al frente del negocio del narcotráfico. Seguía inmerso en actividades relacionadas con el tráfico de drogas, aunque la base, por razones carcelarias, no estaba en Galicia sino en Algeciras.
Llama la atención, por las medidas de seguridad que adoptaba y que creía infalibles, la confianza con que se movía. Es cierto que si un individuo anda como sospechoso termina convirtiéndose en sospechoso, pero Miñanco y los suyos interpretaban perfectamente el papel de buenos ciudadanos, ajenos por completo a las actividades delictivas.
Desde Algeciras, realizaba frecuentes viajes a Madrid y, tras obtener el correspondiente permiso, ya que tenía una orden de alejamiento de esta Comunidad, también a Galicia. Participó al menos en una descarga de droga en la Costa de la Morte, en Galicia. Junto a él estaba un antiguo colaborador de la zona de Ribeira. Lo cierto, es que desde 2001, en que empezó sus actividades delictivas, no ha modificado apenas su «equipo». Se comportaba como si no supiera hacer otra cosa, como si lo llevara en los genes, y, dentro de las precauciones, asumía todo tipo de riesgos de ser detectado o detenido. Era más fuerte la fuerza de dirigir que la de estar en un segundo plano.La cárcel, y ahora puede que le caiga una fuerte condena,
forma parte de su vida pero lo que está claro que no está dispuesto a la reinserción. Probablemente, en el fondo de su ser, piensa que lo que hace no está mal y que, al fin y al cabo, él no obliga a nadie a comprar cocaína.
Para ser el mayor distribuidor de cocaína en Europa, había establecido, que se sepan, relaciones con organizaciones búlgaras, turcas y holandesas, Todo parecía que iba «viento en popa», hasta que llegó la Policía.
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