Menos póker online y más partidas de mus en el móvil

“Quiero”. Los jugadores de mus saben bien que esta simple palabra marca el rumbo de cada partida del juego, desmonta faroles, desbarata estrategias y orienta los tanteos hacia una u otra pareja. Por eso es el reclamo que han elegido para darse a conocer los creadores de PlayMus, la primera aplicación que traslada este juego de cartas español a los dispositivos móviles.

Como dice la app, los retos se aceptan diciendo “quiero”. Y el reto de este proyecto no es otro que el de crear una partida de cartas con la misma estética que el póker online pero centrado en un juego que hasta ahora está más ligado a las mesas de bar (cuatro comensales, café o copa en los bordes y -antes- cigarro en la boca) y que ahora quiere dar el salto a las nuevas tecnologías.

PlayMus, creado por la firma Eurostar MediaGroup, estará disponible dentro de apenas unas semanas tanto en la Apple Store como en Google Play. Se valdrá de las cartas originales de Heraclio Fournier, un punto de partida irrenunciable para los creadores de la app, y podrá jugarse en móviles y tabletas.

En cada partida, el jugador verá a su compañero y a los dos rivales, y podrá pulsar la opción del juego que desee (envidar, querer, pasar o lanzar un órdago) a la espera de que los otros jugadores online tomen sus propias decisiones.

Está distribuido en varios niveles, desde principiante a experto, permitirá entrenar a través de partidas express contra un sistema de inteligencia dirigida, y también jugar contra otros jugadores a través de las partidas multijugador.

Además, permitirá participar en torneos de mus contra otros jugadores, pudiendo ser los torneos fases finales o incluso fases previas de torneos presenciales. Y todo ello dotando a la partida del mayor realismo posible.

Los usuarios, según detallan los creadores de la app, podrán elegir entre diferentes «avatares» con diversas personalidades de juego, y desarrollar la partida en seis escenarios típicos del mus, desde una tradicional tasca de Madrid, pasando por un caserío del norte o incluso el Museo del Naipe de Vitoria, el “templo” de Fournier.