Entrevista
Paco Plaza y Pablo Guerrero: “Antes que taurinos, antitaurinos, del Barça o del Madrid, somos seres humanos”
Los creadores de “La Suerte”, la exitosa serie de DInsey+, defienden el valor de mirar sin prejuicios en una comedia que huye de etiquetas y se atreve a hablar del miedo, la muerte y lo que nos une
Pocas series recientes han despertado un entusiasmo tan unánime comoPocas series recientes han despertado un entusiasmo tan unánime como“La Suerte”. Desde su estreno en Disney+, tras una aplaudida presentación en el Festival de San Sebastián, la serie creada por Paco Plaza y Pablo Guerrero se ha convertido en una de las grandes sorpresas del año. Una comedia distinta, profunda, que utiliza el universo del toreo para hablar de lo humano: el miedo, los prejuicios, el azar, la identidad. Todo con una puesta en escena vibrante, personajes inolvidables y un humor que nunca renuncia a la reflexión. Charlamos con sus creadores, que aún digieren el impacto de la acogida.
¿Cómo ha recibido el público la serie desde su estreno?
Pablo Guerrero (PG): Por ahora, con mucha calidez. Hemos tenido una respuesta muy positiva. Algo curioso es que, al estrenarla en un festival de cine, tuvimos el privilegio de ver la serie con público en una sala, algo que la televisión normalmente no permite. Esa experiencia colectiva fue preciosa. Al ser comedia, las reacciones eran contagiosas y eso confirmó que habíamos conectado.
Paco Plaza (PP): Sí, incluso los compañeros periodistas que la han visto nos han dado comentarios muy generosos. De momento, estamos recibiendo más de lo que podíamos esperar.
¿Cómo fue que un proyecto así encontró su lugar en Disney+?
PG: La clave fue Sofía Fábregas. Desde la primera conversación entendió lo que queríamos contar y nos dio libertad total. Sabía que “La Suerte” no era ni una apología ni una condena del toreo, sino una historia sobre tolerancia, sobre cómo acercarnos a los otros sin prejuicios. Y trabajar con ese grado de libertad en una plataforma como Disney+ es extraordinario.
PP: Más que cómo lo íbamos a hacer, lo importante era entender por qué lo hacíamos. Cuando eso estuvo claro, todo fluyó. Fue una relación basada en la confianza, sin cortapisas. Sabían que tratábamos un tema potencialmente polémico, pero lo hacíamos desde el respeto y el humor.
¿Hablar del toreo sin mostrar la corrida fue una decisión desde el inicio?
PG: Totalmente. Sabíamos que no tenía sentido mostrar el festejo. Desde la premisa inicial, David —el protagonista— no entra a la plaza. Nuestro punto de vista está con él. Lo que nos interesaba era el mundo que rodea al torero, no el ruedo. Las rutinas, los rituales, lo que sucede fuera de la arena.
¿Alguno tenía relación con el mundo taurino antes del proyecto?
PP: En mi caso, sí. Soy valenciano. Mi abuelo y mi padre eran muy aficionados. Yo crecí yendo a la plaza en Fallas y en la Feria de Julio. Es un entorno que conozco, aunque siempre desde fuera. Pero es innegable que el toreo forma parte de la imagen que el mundo tiene de España.
PG: La serie, sin haberlo buscado de forma explícita, se ha convertido en un fresco de la España contemporánea. Es una roadmovie que viaja por el país, y no puedes evitar que la realidad cultural de fondo aparezca.
¿Qué descubrieron al sumergirse en ese universo?
PP: A mí me fascinó la relación con la muerte. En la vida cotidiana evitamos pensar en ella, pero un torero convive con esa posibilidad cada tarde. Eso les da una forma de vivir muy distinta, casi inalcanzable para el resto. Todo su entorno gira alrededor de esa consciencia: la cuadrilla, los amigos, la familia… Todos orbitan al torero, como si él fuera el sol de un sistema que solo funciona así.
PG: La muerte lo sobrevuela todo. Y de ahí surgen los rituales, las supersticiones, la estética. Es un mundo muy apretado, cerrado, que se protege del exterior porque está construido sobre el riesgo más absoluto. Es fascinante.
¿Creen en la suerte?
PP: Muchísimo. Soy muy supersticioso. Y más que creer, creo que es evidente que la suerte influye en nuestras vidas. Puedes llamarlo azar, destino o contexto, pero lo cierto es que tu lugar de nacimiento, las personas que conoces, todo eso te define más de lo que creemos.
PG: Yo no soy supersticioso, pero sí me siento afortunado. La vida me ha dado muchas cosas buenas que sé que no dependen solo de mí. Y aunque no lo llame suerte, reconozco que hay algo ahí, una energía o una secuencia de casualidades que marcan un camino.
¿Qué lugar ocupa la fe?
PP: Siento envidia por quienes creen con fervor en algo. Me encantaría tener fe. Pero también entiendo que, para muchos, creer en un plan divino es una forma de alivio. No tener que responsabilizarte de todo lo que te ocurre es un descanso.
PG: Yo estoy más pegado a la tierra, al momento. Pero entiendo que, en situaciones extremas, tener fe puede ser una tabla de salvación. Hay personas que atraviesan sufrimientos tan brutales que necesita agarrarte a algo. Y eso también lo cuenta la serie.
¿Qué idea les parece más valiosa de todo lo que propone “La Suerte”?
PG: La de que antes que taurinos, antitaurinos, del Barça o del Madrid, somos seres humanos. Y ahí, en la humanidad compartida, puede nacer la amistad. No necesitas entender al otro para apreciarlo. Basta con permitirte mirar sin prejuicios.
PP: Con los años entiendes que tu forma de pensar depende del contexto en el que naciste. Si hubieras crecido en otro entorno, podrías ser esa persona que hoy ves como opuesta. Y ahí está la clave: no somos tan diferentes. Solo somos producto de nuestros contextos.