Albacete
Arrimar el ascua a tu sardina
José Garrido, que logra una gran actuación, corta tres orejas de un desigual encierro de Montalvo
Albacete. Octava de la feria.Toros de Montalvo, desiguales de presentación y juego, destacando los lidiados en tercer y sexto lugar. Más de media entrada.
Diego Urdiales, de verde esmeralda y oro, entera atravesada y entera, silencio con aviso; entera y descabello, pitos.
Juan del Álamo, de verde manzana y oro, pinchazo, media y dos descabellos, ovación; entera, oreja.
José Garrido, de azul pavo y oro, entera, dos orejas; estocada y tres descabellos, oreja tras aviso.
De las cuadrillas destacaron el picador Aitor Sánchez y Fini.
En una de sus tantas citas inolvidables, el genial Groucho Marx explicaba que para triunfar, además de contar con padrinos y tener suerte, era imprescindible el arrimar también el ascua a tu sardina. Es decir, que, al final, si no pones tú de tu parte no hay nada que hacer.
Y vaya si puso José Garrido en la octava función del abono albacetense. El torero extremeño salió muy dispuesto y decidido y no dejó escapar la ocasión de triunfar en una feria de tanta importancia, relevancia y repercusión como esta. Un triunfo que ya amarró con su primero, un toro casi cornipaso al que recibió echando las rodillas al suelo. Ya erguido se lució a la verónica tanto en los lances con que puso en suerte como al quitar tras un gran puyazo de Aitor Sánchez. Con la muleta toreó con temple y limpieza, mandando mucho y llevando a su oponente enganchado al trapo. Bajó mucho la mano, procurando llevarle metido en el engaño antes de terminar sus muletazos muy atrás, rematando su primera faena con una sensacional estocada que tiró al toro sin puntilla y puso en sus manos esas dos orejas que le franqueaban ya la puerta grande.
Volvió a estirarse al veroniquear al sexto y en el quite del único puyazo que se le administró. Fue este un astado alto, serio y engallado, al que le costó descolgar si es que lo hizo. Sin dudas ni titubeos, Garrido volvió a ir sometiéndole poco a poco, con gran firmeza y no poco valor, sin dejar que el de Montalvo pudiese decidir por sí mismo. Toreó al natural con largura y estirando los cada vez más cortos viajes del toro conforme se iba agotando con tal de sacar todo lo que tuvo. Fue una lástima que tardase mucho con el verduguillo porque su recompensa podría haber sido mayor.
También gustó Juan del Álamo, que anduvo esforzado y tesonero con su primero, un animal soso al que le costó Dios y ayuda humillar y seguir la muleta, sin romper y sin acabar de ir hacia adelante.
Con el encastado quinto, que tuvo mucho que torear, se fajó enseguida cuerpo a cuerpo con él, buscando rebajar la brusquedad de sus acometidas a base de mando y mano baja, logrando acompasar a su ritmo el de un astado del que se llevó una oreja de no poco mérito.
Diego Urdiales, que vino a Albacete aprovechando la obligada baja de Jiménez Fortes, pechó con el lote mas desagradecido de un desigual encierro de Montalvo. A su primero, feo, sin fuerza y que buscaba como quien no quiere la cosa, le muleteó a media altura y sin forzar, sin que su trasteo lograse consistencia. Con el muy serio cuarto, que le desarmó ya de salida y al que se le dieron muchos capotazos en los primeros tercios, desistió pronto de buscarle las vueltas ante lo parado e incierto de un toro al que cazó de un eficaz sartenazo..
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