Toros
La feria de las novedades
Colombo triunfa y se lleva una cornada en el gemelo derecho
Albacete, 13 de septiembre. Sexta de feria. Más de media entrada.
Novillos de Fernando Peña, bien presentados y de juego desigual. Buenos primero, segundo y cuarto y mas deslucido el resto.
Jesús Enrique Colombo (de azul noche y oro), entera, oreja; entera y descabello, dos orejas tras aviso.
Diego Carretero (de amapola y oro), corta, oreja; media y dos descabellos, ovación.
Marcos (de verde hoja y oro), entera, ovación; tres pinchazos y estocada, silencio.
De las cuadrillas destacaron Miguel Martín y Fernando Sánchez.
Parte médico de Jesús Enrique Colombo: «cogido en el cuarto toro con resultado de cornada envainada en cara antero-lateral de pierna derecha en su tercio proximal. Es intervenido encontrando hematoma subcutáneo, rutura de fascia muscular y desgarro de la musculatura peronea. Pronóstico leve».
No es esta de Albacete feria de vanidades, como aquella que hiciese célebre a Willian Makepeace Thackeray, en la que describía con fina ironía las miserias de la vida cotidiana de la Inglaterra victoriana, sino feria en la que no sólo tienen presencia las grandes figuras ya consagradas y contrastadas: también tienen cabida los valores de futuro y las jóvenes promesas. Feria, pues, de novedades, y de aquí salieron para el circuito, por poner ejemplos cercanos, López Simón, José Garrido o Ginés Marín. Y en la presente edición ya se ha visto cómo funcionan Rubén Pinar, Roca Rey, Mario Sotos, Toñete... y ayer Diego Carretero y, sobre todo, Jesús Enrique Colombo.
El venezolano aprovechó una de sus últimas novilladas antes de la alternativa para dejar ver que está muy puesto y maduro. Meció con gusto el capote para recibir a su primero y tiró de repertorio en quites. Dio fiesta en banderillas, evidenciando sitio y facultades y plantó sus reales y las zapatillas al suelo, toreando con mucho temple y muy despacio a un novillo de son extraordinario y de gran fijeza al que bajó mucho la mano.
Volvió a gustar al torear de capa al cuarto, con variedad y recursos y pareó con solvencia y poderío. Con la muleta dejó patente que tiene las ideas muy claras. Y valor. Y ganas de ser gente en esto, aceptando un mayor esfuerzo para domeñar el ímpetu de su oponente, repetidor y codicioso. Arrastrando la muleta por la arena toreó en redondo sin cantearse ni enmendarse y, al natural, con suavidad y mando, arrimándose tanto que acabó siendo enganchado por el novillo, volviendo enseguida a ponerse en el mismo lugar y para seguir haciendo lo mismo que hacía cuando fue cogido. Estuvo en novillero y proclamó, alto y fuerte, que quiere ser torero.
También gustó Diego Carretero, que se lució al parar a su primero y se llevó dos tremendas volteretas en el quite. No le afectó el porrazo, manteniendo la cabeza fría y despierta, dejando siempre la muleta puesta en la cara de un astado que no terminó de ser claro, sobre todo por el pitón derecho, abandonándose al torear al natural y derrochando valor.
Volvió a ser arrollado por el quinto, más corto y con cierta violencia, aunque no pudo estar a gusto con este animal ni redondear su actuación. Machacón y tesonero estuvo mucho rato con él y demostró voluntad y capacidad.
Completaba la terna Marcos, que se las vio con un primer novillo que se quedaba corto y al que buscó ahormar doblándose por bajo, tirando siempre él de un utrero remiso y reservón con el que estuvo técnico, fácil y expeditivo con el estoque.
Empujó con fuerza y riñones el sexto en el peto, acusando luego el castigo y parándose pronto, sin humillar ni entregarse, haciendo inútil los esfuerzos de su matador.
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