Feria de Abril

La manzanilla y el arsénico por compasión

José Garrido, dando una chicuelina a uno de sus toros
José Garrido, dando una chicuelina a uno de sus toroslarazon

El Pilar cumplió con las expectativas. La ganadería salmantina es la que probablemente ha lidiado mejores corridas en Sevilla en la última década. Casualidad o no el nombre de los sobreros lidiados ayer –«Guajiro» y «Niñito»– hacían honor a dos de los toros insignes que han saltado a La Maestranza. El primero, mejor toro de la feria en 2010, lo malogró Sebastián Castella; y el segundo, premiado en 2014, lo malogró David Mora. Ninguno se fue como merecía con las orejas cortadas para el desolladero. Si algún torero ha cuajado un toro del Pilar en los últimos lustros en Sevilla yo no lo recuerdo. La familia Fraile por tanto ha cosechado triunfos –muchos– que pudieron tener otra caja de resonancia si sus ejemplares hubieran caído en otras manos. No lo tomen como una lamentación: es una simple constatación de la realidad. La corrida de ayer fue una gran corrida de toros, pero acabó como se preveía que iba a acabar. Lo normal, en estos casos, es que ocurra lo normal. El cartel, con Juan Bautista, López Simón y José Garrido, no tenía ni sentido ni aliciente un miércoles de Farolillos, por eso asomó el ladrillo en la mitad de la plaza después de varios llenos consecutivos. El Pilar hizo casi pleno. El tercero, en bravo, encastado y transmisor fue de los mejores de la feria. La nobleza y la entrega fueron las divisas de la corrida salvo algún lunar como el sexto. Juan Bautista no se quitó el traje de oficinista. Los oles más restallantes se los pegó su banderillero. López Simón no dijo ni pío. Y José Garrido aportó el poco lucimiento que tuvo la tarde pero sin brillar a la altura de su primer gran toro. Más corajudo estuvo en el último al que le cortó la oreja. Después de casi tres horas algunos acabamos pidiendo en lugar de manzanilla arsénico por compasión.