Feria de San Isidro

San Isidro echó a tiempo su capotillo

Mora remata con una buena media su saludo al tercero de Pedraza de Yeltes
Mora remata con una buena media su saludo al tercero de Pedraza de Yelteslarazon

Las Ventas (Madrid). Decimotercera de la Feria de San Isidro. Se lidiaron toros de Pedraza de Yeltes y un sobrero de José Vázquez (5º), bien presentados y con cuajo. 1º y 6º, orientados y con peligro; buenos, el rebrincado 2º y el noble 5º; manejable, el 3º; y descastado y soso, el 4º. Casi lleno.

Uceda Leal, de sangre de toro y oro, pinchazo, estocada desprendida, descabello (silencio); dos pinchazos, estocada casi entera, cuatro descabellos, aviso, cuatro descabellos más, pinchazo, otros seis descabellos, segundo aviso, cinco descabellos (bronca).

Eduardo Gallo, de sangre de toro y oro, estocada desprendida (silencio); pinchazo, buena estocada, aviso, dos descabellos (silencio).

David Mora, de marino y oro, estocada caída (vuelta al ruedo); estocada caída y descabello (silencio).

Enseguida nos vino el primer susto. Apenas diez minutos de festejo. Había salido muy suelto y a su aire el primero. Caso omiso a capotes y caballo. Eduardo Gallo se dispuso al quite. Por chicuelinas. Dos muy ceñidas. Milimétrica, la tercera. Quiso poner aún más el diestro en el asador. Y al cuarto lance, llegó la voltereta. Golpe seco. Una vuelta de campana y dura costalada contra el suelo. Algo aturdido el torero. Ni se miró, reacción y dos lances más. Luego, el de Pedraza de Yeltes tampoco puso las cosas fáciles a Uceda Leal con la pañosa. Bastito, rebañó siempre con un peligroso derrote. El madrileño lo probó en los terrenos del «5», donde también terminó la suerte de varas, pero no hubo manera.

El primero no barruntó el mejor día de Uceda Leal en Madrid y el descastado cuarto, que no se empleó en varas y apretó en banderillas, lo corroboró. Había arrollado antes a Pablo Ciprés. Buen porrazo. En la muleta, no tuvo malicia, pero tampoco raza: soso y sin la pimienta de sus hermanos. El torero no se dio más coba. Para colmo de males y como el mejor escribiente echa un borrón, el excelente estoqueador no lo vio claro y pegó un sainete con la espada. No humillaba el colorado y Uceda no le encontraba su muerte con el descabello. Dos avisos. Pinchazo y pinchazos. Mal rato. Por fortuna, el burel optó por doblar por sí solo.

Tras el sobresalto del que rompió plaza, Gallo sorteó un «Dulce» que tomó bien las telas. Humilló por abajo con clase en sendos quites a la verónica de su lidiador y David Mora, aunque salió suelto de los dos puyazos. Se arrancó con idéntica clase y buen son a la muleta del salmantino, que resistió las dos primeras tandas en redondo. Buena la segunda, tragando, a un animal muy rebrincado. A saltitos cada acometida, pero con codicia. Se echó la mano a la izquierda y se sucedieron los enganchones. Más brutito en la pañosa, desde ese instante no se sintió cómodo Gallo, que había brindado a su paisano y seleccionador nacional Vicente del Bosque. Sin acople y algo desbordado por el exigente animal, optó por coger el acero. Descoordinado el quinto tras un fuerte golpe contra el burladero, saltó un sobrero de José Vázquez, de feas hechuras, pero que tuvo recorrido por el pitón derecho. Gallo le ligó una buena tanda en redondo. Profunda y con hondura, pero su labor se diluyó al tomar la mano izquierda. Trasteo a menos, que nunca recobró su esperanzador comienzo.

Con bríos salió «Medidor» y con buen hacer lo recibió David Mora. Estupendo saludo. Verónicas con garbo, embarcando al animal en el viaje y ganando terreno hasta sacárselo a los medios. La segunda media, una delicia. A cámara lenta y envolviendo el cuerpo sobre el capote. Galleó por chicuelinas para llevarlo al peto, donde protagonizó un vibrante primer encuentro. Pelea de bravo. Luego, otro quite más por verónicas. Llegó con transmisión a la muleta y el de Borox logró aplicarle dos tandas muy entonadas en redondo. Amagó con rajarse y no tardó en hacerlo, aunque, entre medias, el diestro logró robarle varios naturales limpios y corriendo la mano, tapándole la salida y dejando la pañosa muy puesta. Epilogó por manoletinas y lo mató justo delante de la puerta de chiqueros –no podía ser de otra forma– de estocada caída. Tímida petición y vuelta al ruedo del torero.

El sexto, colorado muy hondo y con cuajo, fue una prenda de cuidado. Reservón, esperó una barbaridad en banderillas y obligó a sendos quites providenciales de Gallo y Mora a los subalternos del segundo. Empeoró todavía más en el último tercio, donde arreó de veras para dentro. Le marcó hasta tres veces la cornada. San Isidro, como con Gallo, con Ciprés y la cuadrilla entera del propio Mora, volvió a echar el capotillo a tiempo. Pese a la guasa, David tiró de disposición y lo probó, pero había mucho que perder y nada que ganar. El trabajo estaba hecho: meritoria vuelta al ruedo del tercero. Aún le queda la última bala el 8 de junio. Baltasar Ibán. Esperaremos otro «Pistolero».