Feria de Bilbao
Vuelta al ruedo al toreo con gusto de Mario Alcalde
Jesús Fernández y Juan Viriato, arrollado espectacularmente por el tercero, fueron silenciados con una manejable novillada de Montealto
Las Ventas (Madrid). Se lidiaron novillos de Montealto, serios y con cuajo. Destacó el bravo segundo; el resto, manejables en distinto grado. A menos, el tercero y el protestón quinto. Un cuarto de entrada.
Jesús Fernández, de crema y oro, pinchazo, estocada perpendicular, aviso (silencio); pinchazo, aviso, dos pinchazos más, dos descabellos (silencio).
Mario Alcalde, de marfil y oro, pinchazo, estocada (vuelta al ruedo); dos pinchazos, estocada muy baja, aviso (silencio).
Juan Viriato, de grana y oro, bajonazo (silencio); tres pinchazos, estocada contraria, aviso (silencio).
El último domingo de junio acarteló ayer en Las Ventas a tres novilleros que tratan de abrirse paso en el escalafón inferior y a ninguno de ellos le importó lo más mínimo incluso derramar su sangre en Madrid la temporada pasada. La verdad de la Fiesta. El misterio del toreo. La propia vida en juego por un sueño. Lo volvió a perseguir con arrojo Mario Alcalde, que firmó una faena maciza y rica en argumentos al segundo.
Fue lo más destacado de la tarde gracias a un buen novillo de Montealto, que sustituyó otra vez a mitad de semana al hierro titular de Martelilla. Empieza a ser mala costumbre. El madrileño, que ya se hizo notar por gaoneras en el primero, toreó con empaque y dándole sitio al bravo utrero, que se arrancó con bríos en las series. Desde los medios, tres tandas de derechazos en las que corrió bien la mano y tiró del encastado ejemplar, que tuvo mucha transmisión. Ligazón en el toreo fundamental y buen gusto en los remates. Mejor, por abajo. Mantuvo la intensidad al natural, ya con menos movilidad en las embestidas. Mató de pinchazo y estocada, suficiente lunar como para no atender la mayoritaria petición del respetable. Al menos, eso pensó la autoridad. Polémica decisión y para los más perspicaces, otra tarde más, Julio Martínez, como inquilino del palco. Justa vuelta al ruedo.
Menos lucimiento pudo sacar del melocotón que hizo quinto. Animal con genio del que logró arrancar buenos naturales, pero sin la rotundidad. Calentó al público en las manoletinas finales, pero el fallo con la tizona dejó su balance en silencio.
Jesús Fernández puso tesón en el que rompió plaza. Labor técnica en la que hizo un esfuerzo para sostener un trasteo de más a menos. Exactamente igual que las fuerzas de la res que, algo descompuesto, se dejó más por el derecho. Oficio del novillero catalán. Lo probó también con el noblón cuarto, que se dejó hacer con bondad, pero poca transmisión y su labor no caló en los tendidos.
Cerró terna Juan Viriato, que se plantó en la boca de riego para recibir a su primero con una tafallera. El animal lo arrolló de manera espectacular. El traje, hecho jirones. Susto y fuerte paliza. Sin fuerzas, la faena fue un quiero y no puedo sin brillo. Voluntad ante la sosa embestida del protestón novillo. Silencio que repitió en el sexto, con el que puso más empeño, pero sin contagiar al tendido. Otro trasteo de más a menos en la que no logró aprovechar la manejable condición del «Montealto» para hacer romper una faena que osciló en tierra de nadie.
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