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«MAYANS M.C.», lo nuevo de Kurt Sutter y Elgin James, comparte algunas virtudes y muchos defectos con la serie que los hizo famosos.

El actor y modelo J. D. Pardo da vida a Ezequiel «EZ» Reyes, hijo de una familia latina cuyo sueño americano es neutralizado por la violencia del cártel
El actor y modelo J. D. Pardo da vida a Ezequiel «EZ» Reyes, hijo de una familia latina cuyo sueño americano es neutralizado por la violencia del cártellarazon

«MAYANS M.C.», lo nuevo de Kurt Sutter y Elgin James, comparte algunas virtudes y muchos defectos con la serie que los hizo famosos.

¿Le gustó «Sons of Anarchy»? Si es así, probablemente disfrutará usted de «Mayans M.C.», secuela de aquella famosa ficción de moteros que ha estrenado HBO España hace unos días. Puede que los nombres y los rostros sean diferentes, pero los criminales despiadados, los cadáveres carbonizados y mutilados, las chaquetas molonas de cuero, el estruendo de las Harley-Davidson resonando en la banda sonora tanto como las canciones de rock y blues... todo eso repite. Como su título deja claro, la serie se centra en los Mayans M.C., el club de moteros latinos que en «Hijos de la anarquía» ejercían de aliados o antagonistas de los SAMCRO dependiendo de la dirección en la que el viento soplaba en cada episodio. Concretamente el protagonista es EZ Reyes, una joven incorporación al grupo que se gana la confianza de sus superiores. Al igual que Jax Teller en la serie predecesora, aquí EZ se distingue de sus compadres por su inteligencia –o por la falta de inteligencia de los demás–, algo que los otros Mayans se encargan de repetir una y otra vez. Pero un detalle que hace a EZ distinto de Jax: él preferiría estar en otro sitio.

Al igual que «Sons of Anarchy», «Mayans M.C.» habla sobre todo de la familia, tanto la real como la criminal, y lo hace de forma no particularmente sutil; los personajes se intercambian a menudo frases del tipo «la sangre es sangre, lo único que importa». Asimismo, de nuevo se nos presentan diferentes bandas unidas por un mismo objetivo en cuyo seno, eso sí, hay individuos que tienen cada uno sus propias intenciones y están todos ellos listos para meterse en problemas para defenderlas.

La subcultura motera

Cuando «Sons of Anarchy» vio la luz, causó un gran revuelo gracias a su actitud forajida y a su modo de mostrar una subcultura que nunca antes había sido retratada en televisión. Eso por sí solo hizo que valiera la pena seguirla. Pero lo que la convirtió en mucho más que una mera ficción sobre moteros fueron sus personajes y la habilidad que exhibió reformulando «Hamlet». A medida que avanzaron las temporadas, en todo caso, las relaciones de los SAMCRO con bandas rivales y bandas nuevas y fuerzas del orden público –por no hablar de las que sus miembros establecían los unos con los otros– se fueron complicando de tal manera que llegó a ser casi imposible tener del todo claro qué era lo que sucedía. Era como si el creador de la serie, Kurt Sutter, estuviera tratando deliberadamente de comprobar cuánto era el espectador capaz de aguantar antes de abandonar por fatiga o desorientación. «Mayans M.C.» parece moverse en esa dirección desde el principio.

En efecto, en los dos primeros episodios se nos presenta una red de personajes en la que por un lado están los buenos –los Mayans–, que obviamente tienen una relación complicada con los malos –un cártel–. Asimismo, hay una tercera facción que va por libre, y varias bandas rivales que trabajan con otros grupos o por su cuenta. Dentro de las facciones, además, hay otras facciones; y a todo eso hay que sumar docenas de personajes que nos son arrojados sin que nadie se tome la molestia en hacer las presentaciones. Y a lo largo de esas dos horas iniciales se incluyen los suficientes giros argumentales y subtramas como para hacer que sea casi imposible empatizar con ninguno de ellos de manera significativa.

Entretanto, por supuesto, «Mayans M.C.» ofrece el inevitable surtido de interminables tiroteos y persecuciones en moto. Las escenas de acción de «Sons of Anarchy» nunca fueron especialmente vistosas, y en ese sentido la nueva serie no da señales de mejoría. Pero al César lo que es del César: Sutter y James demuestran seguir siendo capaces de idear nuevas formas de torturar y mutilar.

Mención especial, por último, merece el hecho de que EZ tiene un superpoder, o algo parecido: posee memoria fotográfica. Todavía está por ver cómo usará ese don, pero hay un peligro evidente de que abuse de él o ponga demasiado a prueba su propia credibilidad. En cualquier caso, es un talento que nos resultaría increíble a la hora de seguir todo lo que pasa en la serie.