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Ya es tiempo de bogavante en Burela
Aquí, la relación calidad-precio resulta sensacional
Aquí, la relación calidad-precio resulta sensacional
La llegada del verano también es sinónimo de la arribada de un delicioso manjar: el bogavante, que durante los meses de julio y agosto llega a la lonja en su mejor momento. El siguiente alto en el camino de esta joya de los mares es la mesa de los restaurantes más exigentes, entre los que destaca por encima de muchos Burela, un local situado en el corazón financiero de Madrid (en el número 2 de la calle Nardo, muy próximo a las Cuatro Torres del Paseo de la Castellana), que a partir de ahora comienza a celebrar las jornadas del bogavante gallego.
Cuando la materia prima es de máxima calidad, recién llegada de la lonja, no hace falta decir mucho más. Basta con presentarla de forma sencilla, sin aderezos innecesarios. Aquí lo importante es el sabor natural del marisco. Y no hay que romper la hucha para poder darse el gusto de chuparse los dedos con un buen bogavante, pues en Burela la relación calidad-precio resulta sensacional.
A pesar de que el comensal que llegue a este restaurante tiene la obligación de probar el bogavante –no quedará defraudado–, lo cierto es que existen muchas otras opciones para deleitarse sentados a la mesa. El marisco del día nunca falta en su despensa. Por eso lo mejor es dejarse aconsejar por Camilo Paredes, alma máter, pues será él quien mejor nos aconseje lo que debemos probar en cada ocasión. En la mayoría de las ocasiones, hay mucho, y muy bueno, para elegir, como el buey de mar, la langosta o las vieiras, siempre en función de la disponibilidad, ya que aquí lo que manda es la frescura de la materia prima.
Si abrimos la carta de Burela podemos encontrar clásicos de la talla de la empanada gallega, las almejas a la marinera o el pulpo a la gallega, ideales para abrir boca y compartir entre varios comensales. Entre los pescados principales, merece la pena optar por la merluza, que puede tomarse de diferentes formas, sin olvidar el rodaballo o el rape a la marinera. Mientras tanto, para los carnívoros no falta el chuletón ni el solomillo. Y todo ello muy bien acompañado de cualquiera de los grandes vinos que forman parte de la bodega de Burela. El broche final lo pondrá cualquiera de los postres caseros para quedarse con un gran recuerdo en el paladar. En concreto, llegará en forma de filloas caseras de crema o de nata, aunque el denominado postre de la abuela es un clásico irresistible para los golosos. Para más información visite su web www.restauranteburela.com.
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