Ecologismo

¿Qué se hace con todos los videojuegos que no se venden?

En Fundación Gil Gayarre, personas con discapacidad intelectual separan los CD y DVD que Eco al cuadrado les lleva por estar defectuosos o por terminar el plazo que se pagó por los derechos de autor

¿Qué se hace con todos los videojuegos que no se venden?
¿Qué se hace con todos los videojuegos que no se venden?larazon

En Fundación Gil Gayarre, personas con discapacidad intelectual separan los CD y DVD que Eco al cuadrado les lleva por estar defectuosos o por terminar el plazo que se pagó por los derechos de autor

En muchos hogares, los Reyes Magos habrán dejado juegos que reemplazarán las horas de diversión con los que, los más afortunados, jugaban hasta entonces. Pero a pesar de este periodo de importantes ventas, lo cierto es que no todos los videojuegos que se lanzan al mercado tendrán el éxito de ventas esperado y en otros casos habrá concluido el tiempo por el que una compañía puede seguir vendiendo unos videojuegos por los derechos de autor.

Aunque lo ideal y lo que uno piensa cuando ve miles de CD es que estos juegos se donasen, lo cierto es que no se hacía ni se espera que vaya hacerse, ya que la legislación, como en el caso de los derechos de autor, lo impide, ya que habría que pagar por ello. Lo positivo es que antes se destruían o iban al vertedero, ahora, en cambio, se separan los materiales, permitiendo que se aproveche el 100% de las materias primas. Y en el caso de Eco al Cuadrado se da además una oportunidad a personas con discapacidad intelectual. El último envío a la Fundación Gil Gayarre fueron «50.000 unidades de videojuegos que por derechos de autor no se podía hacer otra cosa más que destruirlos, por haber sido devueltos, por sobre stock o por ser defectuosos», explica Marta Stefanova, responsable de operaciones logísticas de Sony. Este suplemento fue a uno de los centros ocupacionales de la Fundación, a la «Granja San José», en San Sebastián de los Reyes, para ver in situ el proceso. «Están acostumbrados a crear no a destruir. Hacerles cambiar el chip, que entiendan que no pasa nada por romper una cosa, es lo más difícil», explica Silvia Pacho, maestra del taller. Una labor que realizan unas tres horas al día, y por la que cobran una pequeña cantidad.

«Es fácil destruirlos con un clavo. No nos da pena, hay que hacerlo», afirma Yolanda mientras separa uno de los plásticos de la carcasa. Sonríen al vernos, saben que la labor que hacen es importante para el medio ambiente. De ahí que sea clave que cada tipo de polímero se deposite en su sitio. Esta labor la hacen únicamente cuando llegan contenedores a sus instalaciones, pero incluso en los momentos de más trajín, en los que hay que hacer la separación en un periodo determinado de tiempo, esta actividad no es la única que realizan. En esta fundación también tienen clases de escritura, piscina, manualidades, etcétera. Y estas navidades también han tenido algún que otro «guateque». Este centro ocupacional tiene 110 plazas, diez de ellas están sin cubrir dada la ubicación, por lo que esperan abrir nuevas vías por la zona norte, que se sumarán a los dos autobuses que salen de Atocha y de Plaza Castilla. «En un año se nota diferencia en ellos. Se les abre el mundo de repente. Sobre todo en el caso de aquellos casos en los que sus progenitores son mayores. No es lo mismo estar con los padres sin hacer nada o cuidándoles que hacer otras cosas, tener amigos», explica María Rodelgo, coordinadora de este centro ocupacionales que se inauguró hace ya 140 años.

Cuanto este suplemento realizó la visita aún les quedaban bastantes videojuegos por «destripar» y separar. En el caso de aquellos trabajos que requieran maquinaria pesada, por ejemplo para moler los materiales una vez separados, Eco al cuadrado se lo encarga a presos que cotizan a la Seguridad Social por hacer esta labor.

Una vez que cada material se ha separado debidamente, Eco al cuadrado venderá las materias primas. El metal irá a fundir y se convertirá en un futuro en un palo de fregona, por ejemplo, el blíster, puede acabar siendo parte de una persiana, el CD, que suele pesar unos 15 gramos, se reutilizará para hacer CD de nuevo. En el caso del estuche, se trata de polipropileno por lo que tras separar el plástico azul y el transparente, se triturará, se granceará y podrá convertirse en macetas, por ejemplo. En el polietileno de baja densidad, el film de la carcasa, éste podrá volver a reutilizarse como film de casa.

Y es que cada uno de esos materiales tiene un valor en el mercado. Así, una tonelada de policarbonato molido cuesta unos 300 euros, las cajas unos 410 euros por tonelada, el policarbonato entre 320 y 350 euros.

De modo que Eco al cuadrado ha conseguido que en un mismo proceso todas las partes afectadas obtengan un beneficio, porque las empresas que les piden destruir determinados productos de otro modo tendrían que pagar por la destrucción, llevarlo al vertedero y en los casos de productos en los que estén en juego los derechos de autor pagar a un notario que certifique la destrucción. Así, por ejemplo, el coste de destruir una tonelada de CD o DVD está entre los 120 y los 160 euros, según la comunidad autónoma. Y gracias a esta iniciativa, las personas con discapacidad intelectual se sienten realizadas por hacer una labor por la que se les paga.

Pero no sólo destruyen CD o DVDs, también chupetes cuya goma les hace inservibles, los cubiertos del set que las compañías aéreas dan en el menú. Y es que aunque estos productos no deberían destruirse, lo cierto es que en el mercado actual se hace, y aunque no sea la solución idónea que cubiertos nuevos acaben triturándose porque por ejemplo la compañía aérea ha decidido cambiar el diseño, al menos no acabarán en el vertedero. Y es que todo este polímero podrá convertirse en nieve de los belenes expandida con gas quizá para las próximas navidades.