Conciertos

Mikel Erentxun: «He tardado cuatro discos en encontrarme»

En «El hombre sin sombra», un álbum sobre el amor, se ha encontrado a sí mismo, se ha aceptado y se muestra sin caretas.

Mikel Erentxun
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En «El hombre sin sombra», un álbum sobre el amor, se ha encontrado a sí mismo, se ha aceptado y se muestra sin caretas.

Mikel Erentxun es un narrador de historias propias. Un conjunto de canciones hecho persona. Un hombre que ha estado huyendo de su personaje y que ahora se ha quedado sin sombra. Mikel Erentxun ya no tiene que parecerse a nadie, ni forzar una voz que por fin le gusta. En su último disco, que gira en torno a sí mismo y al amor, se ha encontrado, se ha desnudado, se ha aceptado, se ha gustado y ha disfrutado. Se trata de un trabajo íntimo en el que el cantautor repite producción con Paco Loco y añade el toque femenino de Maika Makovski. He aquí un «grandes éxitos» orgulloso de cómo suena.

–¿Es usted un hombre sin sombra?

–Metafóricamente, sí. Soy un hombre que no esconde nada y que se desnuda completamente en las canciones.

–Dice que el amor muerde los labios al besar...

–Desde luego. El amor es un arma necesaria, pero peligrosa.

–¿Y eso duele?

–Sí, pero a veces ese dolor es placentero.

–¿Donde hubo fuego siempre quedan cenizas?

–Siempre.

–¿Y las cenizas queman?

–Son los restos. Y son importantes, porque quieren decir que antes hubo algo.

–¿Puede haber llamas en el hielo?

–El hielo también puede quemar. A veces, las situaciones frías y heladoras resultan sobrecogedoras.

–Hablemos de su vida. ¿Es una canción?

–Es un conjunto de muchas canciones. Yo sería un grandes éxitos en el que habría baladas, temas lentos, rápidos, alegres, ácidos, amargos...

–¿Cómo se endulza una experiencia amarga?

–Es difícil. Pero, por suerte, el tiempo acaba borrándolo casi todo. Y su paso puede ser lo que endulce esa experiencia amarga.

–¿De dónde le salen las letras?

–Desde que escribo las de mis discos, empecé a hacerlo en el álbum anterior, la inspiración viene de dentro. Es más fácil escribir sobre uno mismo que mirar hacia fuera.

–¿Y la música?

–Afortunadamente, viene conmigo de serie. Me sale sola, con mucha más facilidad que las letras.

–Usted no fuerza la voz.

–No, ya no. En este disco he tratado de ser yo y de cantar de una manera muy natural. Hacía tiempo que no estaba tan contento con cómo canto. Ahora sí me gusta mi voz.

–¿Antes no le gustaba?

–Pasé por una larga travesía en el desierto en la que probé diferentes cosas huyendo de mi voz. Éste es el disco en el que me he encontrado a mí mismo, me he aceptado, me he gustado y he disfrutado.

–¿Ha estado huyendo?

–Más que de mí, huía de mi voz, de mi personaje. Estaba tratando de buscar mi lugar dentro del panorama nacional de la música y escapaba un poco del estereotipo que tanto la gente como yo tenía de mí mismo. He tardado cuatro discos en encontrarme, pero lo he conseguido. Por fin soy yo. Por fin estoy orgulloso de lo que hago.

–Y por fin no tiene que parecerse a nadie.

–Al menos, es lo que intento. Al final, resulta inevitable que las influencias fluyan por alguna rendija, pero ya no es de una manera consciente. Es decir, conscientemente ya no trato de ser nadie.

–Dígame quiénes han sido sus influencias.

–Los Beatles, Bob Dylan, Elvis Presley... Los clásicos de toda la vida. Los que me han acompañado a lo largo de tantos años.

–Hay quien dice que usted es el Dylan español.

–Ya me gustaría. Ése es un piropo que me encanta, pero él es inigualable. No le llego ni a la suela del zapato.

–¿Su garganta es un instrumento?

–Hombre, el más importante.

–Que no puede comprarse, ni aprender a tocarse...

–Exacto. Se nace con él. La voz puede educarse, pero yo no he estudiado nada. Prefiero la naturalidad. A fuerza de cantar durante muchos años ha ido cogiendo un tono que cada vez me gusta más.

–¿Tiene muchas cicatrices?

–Unas cuantas. Estoy muy orgulloso de ellas. Las cicatrices son marcas de guerra, de batallas perdidas o ganadas. Pero las heridas, una vez cicatrizadas, no duelen.

–¿Quién es la persona que hay dentro de su cuerpo?

–Hay un hombre, lo cual ya es decir bastante (risas). Hasta hace muy poco no sé muy bien lo que había. Ahora creo que soy un hombre completo. Por fin me considero un cantautor, con todas las de la ley. Narro mis propias historias, canto de una manera mucho más honesta... Al final tengo que ser yo.

–¿No va a cambiar?

–Soy bastante cambiante, pero por ahora espero no cambiar.

–¿Hace lo que quiere?

–En mi trabajo en el mundo musical, sí. En mi vida personal es más difícil, porque tengo una familia y ahí estoy un poco más encorsetado. Pero, en general, me considero una persona libre.

–¿Más cantautor que cantante?

–Sí. De hecho, estoy más orgulloso de mi faceta como autor que como cantante.