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Benítez ya tiene su Waterloo

La facilidad del Barcelona para golear en el Bernabéu pone en cuestión su proyecto ya en noviembre. «Trato de gestionar de la mejor manera el grupo», dijo respecto a la alineación

Rafael Benítez, entrenador del Real Madrid
Rafael Benítez, entrenador del Real Madridlarazon

La facilidad del Barcelona para golear en el Bernabéu pone en cuestión su proyecto ya en noviembre. «Trato de gestionar de la mejor manera el grupo», dijo respecto a la alineación

Decía Benítez que no se jugaba más que el resto del madridismo en el clásico y que sólo eran tres puntos. Quizá lo fueran en la víspera, pero tras la exhibición y superioridad de los azulgrana durante los noventa minutos, el técnico blanco ya tiene su Waterloo particular. Aquella histórica batalla fue el final de Napoleón y el partido de ayer pone en duda el proyecto de Benítez poco tiempo después de comenzar. Los buenos números, las paradas de Navas y el mantenerse invicto y líder en la Liga de Campeones habían permitido al Madrid tratar de crecer desde la victoria, más que desde las buenas sensaciones. Sin embargo, tras lo de Sevilla, el clásico confirmó la dirección en la que se intuía que iban los dos grandes. El Barça lo hizo todo bien y goleó casi sin esfuerzo, mientras los blancos se cargaban de dudas y de prisa. «Todo tenemos parte de culpa cuando se gana y en la derrota. Nos duele mucho y más contra el Barcelona. Hay que unirse para seguir peleando y conseguir los próximos tres puntos. Me preocupa recuperar lo más rápido posible al equipo», decía Benítez con un tono más bajo y un rostro más serio de lo que en él es habitual.

No quiso ir más allá en el análisis y se limitó a confirmar «errores» en los suyos. «Los hemos cometido, los hemos ido pagando y se nos ha ido complicando. Ante un equipo que lo ha hecho bien, cada vez era más difícil afrontar el partido desde el punto de vista anímico», concedía el entrenador, que se atrevió a rescatar los primeros minutos de la segunda parte y la ocasión de Marcelo como punto de inflexión. «Si hubiera sido gol... En el descanso hemos hablado para intentar mejorar. El equipo ha mostrado rabia. Y luego, al final, no hay mucho que decir, sólo recuperarse desde el punto de vista anímico y afrontar lo mejor posible el próximo partido», repetía sin salirse de un discurso que quizás no le valga a una afición muy golpeada.

Benítez había dado los ocho últimos partidos completos a Casemiro, pero ayer el brasileño, símbolo de su ansiado equilibrio, se quedó en el banquillo. Benzema, Bale y Cristiano arriba, con Kroos y Modric para la contención. Un muro que el Barça superó sin esfuerzo, mientras James y los tres delanteros se quedaban descolgados cerca de Bravo. Benítez lo explica así. «Queríamos apretar, atacar, recuperar el balón arriba. Lo hemos hecho algunas veces y otras no», admitía, defendiendo sus cambios en la alineación. «Trato de gestionar de la mejor manera el grupo que tengo. Los que han empezado el partido tienen calidad suficiente para hacerlo mejor de lo que lo han hecho. Hay que buscar la unión del grupo y ser responsables cuando las cosas no salen bien», repetía.

Mourinho y Ancelotti tuvieron caídas sonadas. Ante el Barcelona el primero y en el Calderón el italiano, y Benítez lo ha sufrido en su primer clásico. En noviembre afronta ya el primer incendio grave con la Liga. A seis puntos más la diferencia de goles. Ni los números le acompañan esta vez, al contrario que a Luis Enrique, feliz por el resultado y la manera de conseguirlo. «Es un partido histórico que sabe a gloria bendita por la rivalidad», dijo. La teoría de los vasos comunicantes vuelve a estar de moda.