Casa Real

El Rey despeja su agenda exterior la semana del 1-O

El Monarca no tiene previsto ningún viaje fuera de España en los días claves del desafío soberanista, como ya hizo en 2014 con motivo del 9-N

Don Felipe, ayer, en un momento de la visita de la Familia Real a la exposición de Miró y Picasso en Sóller
Don Felipe, ayer, en un momento de la visita de la Familia Real a la exposición de Miró y Picasso en Sóllerlarazon

El Monarca no tiene previsto ningún viaje fuera de España en los días claves del desafío soberanista, como ya hizo en 2014 con motivo del 9-N.

Después de su estancia en Palma y de sus vacaciones privadas, Felipe VI regresará al Palacio de la Zarzuela con el fin de prepararse para uno de los mayores desafíos que pondrá a prueba el funcionamiento del Estado: el proceso de independencia catalán. Una ofensiva en la que ya tiene experiencia, pues nada más llegar al Trono en 2014, el entonces presidente de la Generalitat, Artur Mas, tomó la ley por su mano y convocó su referéndum unilateral en sus propias urnas.

En aquella ocasión, al celebrarse la consulta independentista ilegal un viernes, Don Felipe tuvo despejada su agenda oficial toda la semana para poder estar pendiente, aunque tuvo que viajar a Murcia al día siguiente, acompañado por la Reina, para asistir al funeral por las 14 víctimas mortales de un accidente de autobús en Cieza.

Felipe VI tampoco tiene programado ningún viaje al exterior en la repetición del escenario tres años después. El Jefe del Estado tiene pendientes visitas de estado, como la que le llevará a Marruecos, y Doña Letizia una de cooperación a Senegal, pero según está previsto no tendrán lugar en dicha semana.

Felipe VI lleva concienciándose para este momento desde que, tras la aprobación del referéndum por parte del Parlamento catalán, aprovechara un acto de finanzas en el BBVA para asegurar tajante que «la Constitución prevalecerá. Que nadie lo dude».

Desde entonces hasta la fecha, Felipe VI no ha escatimado en alusiones a la unidad de España. Una de sus defensas más contundentes se produjo con motivo de los actos conmemorativos celebrados en el Congreso de los Diputados por el 40 aniversario de la llegada de la democracia. «Ningún camino que se emprenda debe conducir a la ruptura de la convivencia», aseguró el Monarca. «Nadie debe volver a ser enemigo de nadie».

La escenificación sin «pudor» de los intereses independentistas comenzó con fuerza en 2012, bajo gobierno del entonces líder de la Generalitat, Artur Mas. La Casa del Rey ha reforzado la presencia del Jefe del Estado allí, quien desde su proclamación en junio de 2014 ha visitado la región en 51 ocasiones. El Monarca nunca se ha salido de una línea integradora, basada en que la unidad suma. Ejemplo de ello fue su última visita con motivo del aniversario de los Juegos Olímpicos celebrados en Barcelona: «Los Juegos de Barcelona fueron justamente esto: el producto del esfuerzo, de la generosidad, de la solidaridad y del compromiso de todos –insistió–, de la unidad de todos alrededor de un proyecto que contó con la colaboración entre todas las administraciones».

El exhibicionismo de Puigdemont en cada paso que da su Gobierno en favor del proceso independentista busca constantemente la provocación al Estado para poder justificar su desafío a la legalidad: comprar urnas por su propia cuenta o despedir a sus consejeros de cara al verano con esta frase: «Os deseo unas vacaciones en rebeldía».

El presidente de la Generalitat ya ha avanzado que habrá varias reuniones durante el mes de agosto. Pero ni el Gobierno ni el Jefe del Estado caen en estas trampas públicas. El Jefe del Estado tiene muy limitadas sus funciones constitucionalmente y, a pesar de la neutralidad que le exige la Carta Magna, antes de cualquier función tiene la de ser garante de la unidad del país. «Preocupación». Esa es la palabra a la que acuden los últimos políticos que han despachado con él recientemente y han informado posteriormente a la prensa del contenido de las conversaciones. Es el caso del secretario general socialista, Pedro Sánchez, que al ir a ver al Rey a La Zarzuela el pasado julio –tras ser reelegido de nuevo secretario general socialista– informó además de su «disposición a fortalecer el Estado». La última en manifestar esta postura del Monarca fue la presidenta balear, también socialista, Francina Armengol.

Hoy mismo, el Jefe del Estado recibirá a Mariano Rajoy en Marivent en el tradicional despacho de verano, en el que el presidente del Gobierno abordará con él la situación en Cataluña y la hoja de ruta que tiene pensado seguir. Tanto el Monarca como el líder del Ejecutivo conocen muy bien las herramientas jurídicas para que la consulta no se produzca, de ahí la seguridad con la que Rajoy afirmara que «el referéndum no se va a celebrar y España no les va a fallar».

Cualquier comentario público de Don Felipe sería utilizado inmediatamente por los independentistas para meter cizaña, y este año el tradicional posado de la Familia Real en el Palacio de la Almudaina ha sido muy breve. Don Felipe se limitó a aludir principalmente al calor de la isla. Al respecto, la Casa del Rey no quiere entrar en declaraciones que puedan ser tergiversadas en un momento tan delicado y se ciñe a la frase habitual de que el Rey se limitará a su papel constitucional, sin entrar en hipotéticas situaciones derivadas de la ofensiva legal, como la aplicación del artículo 155. Aunque, si de convocarse un referéndum se tratara, como pretende el Gobierno de la Generalitat, el único que podría hacerlo sería, precisamente, el Jefe del Estado, a propuesta del presidente del Gobierno y con la autorización previa del Congreso. Cualquier otra vía unilateral es ilegal.