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El Rey pide «impulsar» el consenso para consolidar la recuperación

Reconocimiento: «He visto en muchos compatriotas el valor para levantarse tras ver destruidas obras hechas con sacrificio». Tras el bloqueo: «Es importante que los ciudadanos puedan tener ahora tranquilidad para realizar sus proyectos». Cataluña: «Vulnerar las normas que garantizan la democracia sólo lleva a enfrentamientos estériles». El populismo: «Son tiempos para profundizar en una España donde nadie agite viejos rencores o abra heridas cerradas». Crisis económica: «Deseamos que la recuperación se consolide para fortalecer nuestra cohesión social»

El Rey quiso destacar en su discurso «el orgullo de ser español» y la confianza en España
El Rey quiso destacar en su discurso «el orgullo de ser español» y la confianza en Españalarazon

Reconocimiento: «He visto en muchos compatriotas el valor para levantarse tras ver destruidas obras hechas con sacrificio». Tras el bloqueo: «Es importante que los ciudadanos puedan tener ahora tranquilidad para realizar sus proyectos». Cataluña: «Vulnerar las normas que garantizan la democracia sólo lleva a enfrentamientos estériles». El populismo: «Son tiempos para profundizar en una España donde nadie agite viejos rencores o abra heridas cerradas». Crisis económica: «Deseamos que la recuperación se consolide para fortalecer nuestra cohesión social»

Una palabra se hizo dueña del discurso de Nochebuena del Rey: «compatriotas». Una palabra reforzada en una grabación que, tanto en el mensaje como en los elementos escénicos, buscó una idea, una intención: la superación. Tanto la que la sociedad española ha demostrado tras un momento de crisis y de mayor bloqueo político en la historia de nuestra democracia, para la que «la memoria colectiva reservará un lugar de honor», como para la que debemos mantener, «con espíritu positivo para que la prosperidad y el bienestar sean la base de una convivencia ilusionada». En un tono dirigido a confraternizar con los españoles y a recordar «el patrimonio común que compartimos», España, futuro y compatriotas, fueron las palabras más sonadas y repetidas.

Envolviendo estos conceptos, Don Felipe señaló lo que considera necesario para darles sentido, con un mensaje inequívoco a la clase política: «Hemos superado una compleja situación política que conocéis bien», introdujo la posterior advertencia: «Es esencial, de cara al futuro, que el diálogo y el entendimiento entre los grupos políticos permita preservar e impulsar los consensos básicos para el mejor funcionamiento de nuestra sociedad». Con la finalidad de que «los ciudadanos puedan tener la tranquilidad necesaria para poder llevar a cabo sus proyectos de vida». Palabras obligadas ante una legislatura que necesita una predisposición clara a los acuerdos por parte de las cuatro grandes fuerzas políticas para poder sacar adelante reformas e iniciativas que condicionarán el funcionamiento del país y nuestra posición global.

Dentro de este progreso ciertas actitudes no tienen cabida para el Rey, como lo son las destinadas a «vulnerar las normas que garantizan nuestra democracia y libertad», que únicamente conducen «a tensiones y enfrentamientos estériles que no resuelven nada y, luego, al empobrecimiento moral y material de la sociedad». Este mensaje, aunque esté enfocado a todo el mapa, algunos «oídos» no pasará por alto este llamamiento, como los del presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, y la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, que en la cumbre por el referéndum del viernes abogaron por una consulta pactada con el Estado, mientras que ERC y la CUP insisten en mantener la consulta unilateral. Ofensivas independentistas sin recorrido con el techo de la legislación española encima: el TC ha anulado consultas secesionistas como la apertura de un Departamento de Exteriores, y el TSJC llevará a Artur Mas al banquillo por desobedecer al TC al convocar la consulta del 9-N. «El progreso, la modernización, el bienestar, requieren siempre de una convivencia democrática basada en el respeto a la Ley», aseguró el Jefe del Estado, «en una voluntad decidida y leal de construir y no de destruir, de engrandecer y no de empequeñecer, de fortalecer y no de debilitar».

Vestido con un traje gris marengo, camisa blanca y corbata en tonos rosa, con la bandera española y de la Unión Europea de fondo, el que previamente al discurso la cámara se detuviera en el salón de audiencias no fue anecdótico, como tampoco el que este año la grabación haya sido en La Zarzuela y no en el Palacio Real, como en 2015. Si la inédita situación política a la que se enfrentaba España precisó de un escenario en el que se resaltara la grandeza del país por su historia, en el que se han llevado a cabo firmas como la adhesión del país a las Comunidades Europeas, este año la Casa del Rey ha querido transmitir normalidad democrática desde el despacho en el que, como máximo representante de los españoles, cumple con la Constitución, premisa que desde Zarzuela se transmite continuamente y que ha mantenido durante el inestable periodo político que le ha llevado a realizar cinco rondas de consultas tras la imposibilidad de formar gobierno y a firmar el decreto de disolución de las Cortes antes de convocar nuevas elecciones.

Don Felipe no olvidó que España aún se encuentra aún en la recuperación de la crisis económica, y sólo su salida puede «corregir tanto las desigualdades» como «fortalecer nuestra cohesión social». Por todo ello, con el retrato de Carlos III tras él, el Monarca aseguró que «son tiempos para profundizar en una España de brazos abiertos y manos tendidas, donde nadie agite viejos rencores o abra heridas cerradas». Una alusión a la unidad social que no pasará desapercibida para el líder de Podemos, Pablo Iglesias, cuya estrategia política se caracteriza por crear bandos, alimentando de forma continua el enfrentamiento entre los sectores sociales.

Un discurso que miró hacia dentro, que se centró en profundizar en la identidad de una nación, ya que es llamativo que Don Felipe no ahondase en la amenaza yihadista que planea sobre las sociedades occidentales.

Dentro del reconocimiento que el Monarca tuvo hacia la sociedad española, sí incidió en la «necesidad» de mejorar la convivencia, que «exige siempre, y ante todo, respeto», hacia los mayores, hombres y mujeres, en los colegios, en el ámbito laboral. «La negación del otro o el desprecio al valor de la opinión ajena no pueden caber en la España de hoy», aseguró, en la que sí encuentra espacio para valores que ha comprobado este año, recorriendo diferentes lugares de la geografía nacional. «Sois capaces de reaccionar ante cualquier emergencia, probando siempre que, allá donde haga falta, allá donde se necesite una palabra de aliento o una mano amiga, hay un español».

Unidad familiar y sucesión

El Rey felicitó la Navidad en nombre de la Reina y de sus hijas. Destacó en el entorno la felicitación de Navidad, en la que Leonor aparece en el centro de la imagen de la mano de su padre, y diferenciada del resto por el color de su ropa.