Gobierno de España

Rajoy ironiza con su certeza del «no»

Dejó en evidencia la falta de alternativa de Sánchez y supo dominar el debate pese a la moción de censura que hicieron todos los grupos a él y a las políticas de su gobierno

Mariano Rajoy, ayer, durante su intervención en la Cámara Baja
Mariano Rajoy, ayer, durante su intervención en la Cámara Bajalarazon

Dejó en evidencia la falta de alternativa de Sánchez y supo dominar el debate pese a la moción de censura que hicieron todos los grupos a él y a las políticas de su gobierno

Mariano Rajoy despertó ayer en el choque dialéctico con los portavoces de los grupos parlamentarios. Apareció el Rajoy irónico, buen parlamentario, incisivo en sus respuestas, con esa espontaneidad trabajada que le ha ayudado a batir a sus adversarios políticos y a casi todos los líderes socialistas con los que ha ido cabalgando el PSOE mientras él seguía al frente de PP. En su estreno como candidato a la investidura se perdió en el corsé de un discurso limitado por el objetivo de convencer a los españoles de que él cree en un diálogo y en una negociación con el PSOE que sabe que está perdida, salvo milagro provocado por los «barones» de ese partido dentro del debate interno que se abrirá en el PSOE al hilo de esta nueva investidura fallida. Ayer, una vez que los portavoces de los demás partidos se movieron para confirmar que respondían con un golpe a su mano tendida a los consensos, Rajoy recuperó su tono de siempre, su socarroneía y rapidez en el argumento para hacer el mayor daño posible a su contrincante. «He venido a pedir su colaboración, y eso me obliga a tratarle con más deferencia de como lo hago habitualmente», le soltó al líder socialista, después de que éste dejara claro que no piensa abstenerse nunca para que el líder popular sea presidente. En otro momento, y ante el ataque sin piedad de Sánchez, le contestó recordándole que si él era tan malo como planteaba, pero había conseguido ganar las dos últimas elecciones generales, entonces el secretario general del PSOE, que las perdió, y empeorando su resultado, tenía que ser pésimo. Y hasta se burló de que el líder del principal partido de la oposición se atreviese a recitar las frases que él utilizó para criticar su investidura fallida y el pacto que entonces Sánchez firmó con Ciudadanos, y que Rajoy etiquetó, con mofa, como el de «los Toros de Guisando». «Mis frases de entonces eran buenas, pero no le sirven para el día de hoy. La próxima vez le traeré unas frases adecuadas». El candidato insistió en el choque con Sánchez en reclamarle la abstención. «Ya no pido la gran coalición porque sé que es imposible», manifestó, antes de dirigirse al PSOE, por encima de Sánchez, para romper el bloqueo. Las espadas siguieron en todo lo alto en el combate con el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, en respuesta a sus críticas, a que reiterase que sigue sin fiarse del candidato del PP y a su demoledor balance de su gestión política y contra la corrupción. «Vamos a llevarnos bien porque no nos queda más remedio», comentó Rajoy, haciendo suya una afirmación anterior de Rivera. Al que recordó que no es, de momento, Adolfo Suárez. El líder popular ajustó todo lo posible su defensa del acuerdo con la formación naranja, sin atarse a él a cuenta de renegar de su política ni tampoco a cambio de aceptar sus incisivos ataques por los casos de corrupción que han afectado al PP. Rajoy le replicó defendiendo sus políticas, sin entregarle las medallas que Rivera pretende colgarse a cuenta de algunas medidas del pacto firmado entre las dos formaciones. Rajoy las defendió, pero sin cederle los trofeos que Rivera busca. «Este pacto no pasará a la Historia como las Capitulaciones de Santa Fe», llegó a proclamar Rajoy. Y este equilibrio, para mantener el pacto, sin entregarse al socio, hay que interpretarlo también dentro de un tablero político en el que el líder popular sabe que su acuerdo puede expirar incluso antes de que se disuelvan de nuevo las Cortes Generales por falta de Gobierno. Y que en ese caso tendrá que volver a competir con Rivera en las urnas. Y de ser así, la dirección popular intentaría dar la estocada final a un partido al que ya consiguió arrebatar apoyos bajo la bandera del voto útil en las elecciones de junio. Ayer, Rajoy aprovechó las réplicas a los portavoces para seguir tendiendo la mano. «El pacto con Ciudadanos está abierto a todos».