Elecciones en Irán

Irán: entre la apertura internacional y el aislamiento

Los iraníes se movilizan en las primeras elecciones tras el acuerdo nuclear con Occidente. El presidente saliente, Hasan Rohani, se erige como garante de la estabilidad ante el auge de los ultras

Dos mujeres muestran sus huellas tras votar para las elecciones presidenciales en Teherán (Irán)
Dos mujeres muestran sus huellas tras votar para las elecciones presidenciales en Teherán (Irán)larazon

Los iraníes se movilizan en las primeras elecciones tras el acuerdo nuclear con Occidente. El presidente saliente, Hasan Rohani, se erige como garante de la estabilidad ante el auge de los ultras.

Los iraníes eligieron ayer a su duodécimo presidente en unas elecciones cruciales para el país marcadas por el hito nuclear que ha abierto Irán al mundo, las guerras regionales en Siria e Irak y el ascenso de Donald Trump en la Casa Blanca. Los colegios electoral, distribuidos por todo el país para acoger los votos de los 56 millones de votantes llamados a las urnas, abrieron a las 08.00 hora local y no cerraron hasta las 22.00 horas para favorecer la alta participación. El electorado se encontraba dividido entre el moderado Hasan Rohani, aspirante a un segundo mandato, y el clérigo ultraconservador Ebrahim Raisi. También participaron en los comicios los exministros Mostafa Mirsalim y Mostafa Hashemitaba.

Ante la expectación de una alta participación electoral, las autoridades organizaron el despliegue de 71.000 supervisores y unos 300.000 policías para garantizar la limpieza y velar por la seguridad de los comicios. Desde primera hora de la mañana hubo una gran afluencia en Teherán y en las provincias. La televisión nacional Irib mostraba imágenes de votantes que formaban largas filas de espera en los centros de votación.

Uno de los primeros en votar en la urna instalada en su residencia de Teherán fue el gran ayatolá Ali Jamenei, que pidió a sus compatriotas ir a las urnas «masivamente, lo antes posible». La tasa de participación es un asunto clave para que Rohani pueda gobernar un segundo término como ha venido sucediendo con los anteriores presidentes de Irán desde que se formó la constitución de la Republica Islámica. «La participación entusiasta de los iraníes en la elección refuerza el poder y la seguridad nacional», declaró el presidente después de haber depositado su voto en Teherán por la mañana en un día soleado.

Para el mandatario iraní, «una de las conquistas de la República Islámica es la soberanía nacional, ilustrada por las filas de espera de los votantes en las ciudades y los pueblos del país». «Cualquiera que sea el ganador, habrá que ayudarleS», asumió Rohani, quien confiaba ayer en su reelección.

Por su parte, Ebrahim Raisi, tras votar en la capital dijo que «confiamos plenamente en las elecciones». Aunque los sondeos habría ganado Rohani, su fuerte apoyo está en la capital y las grandes ciudades donde hay una población más joven y universitaria que aspira a un Irán moderno y abierto hacia Occidente. Sin embargo, el apoyo no estaría tan claro en las urbes más pequeñas o zonas rurales donde los problemas económicos, la crisis del agua y la falta de infraestructuras llevaría a una población sin recursos a votar por Raisi, un clérigo radical que ha prometido, entre otras cosas, aumentar los subsidios para mejorar la calidad de vida de sus habitantes.

Raisi no solo es visto como el «salvador de los más pobres» sino como un religioso de corazón piadoso que encabezaría la lista de candidatos para ser el próximo líder Supremo, en sustitución de Jamenei, en caso de muerte. Los rumores de que podría convertirse en la figura más poderosa de Irán comenzaron hace un año cuando Raisi fue nombrado por el líder Supremo como responsable de Astan-e Qods, una poderosa y multimillonaria institución que tiene el mausoleo del Imam Reza en Mashad, la segunda ciudad de Irán, y uno de los centros religiosos más grandes en el mundo islámico.

En cuanto a política internacional no se esperan grandes cambios en el futuro de Irán si gana cualquiera de los dos candidatos. Tanto Rohani como el clérigo conservador han mostrado un criterio similar en los debates electorales. Ambos dirigentes aspiran a mejorar las relaciones internacionales, a pesar de su tinte ultraconservador, Raisi dijo al cierre de campaña que no está en contra de la apertura internacional pero «sin concesiones». No obstante, aunque el talante y la diplomacia de Rohani no es compartido por Raisi ambos políticos aspiran a ampliar la colaboración con Occidente y mantener su cooperación con Rusia.

Gane quien gane las elecciones tendrá que enfrentarse a muchos desafíos en este país dominado por el clero islámico y que tiene 81 millones de habitantes, muchos de ellos sin trabajo por la alta tasa de desempleo y luchando para aprovechar las oportunidades económicas que llegan desde el extranjero. Además, hay que tener en cuenta que las reformas políticas en Irán son limitadas. El último en tener la palabra de todo lo que se decide en Irán es el ayatolá Jamenei. El líder Supremo y su círculo tienen el control la Justicia, o el poderoso aparato de seguridad y los servicios de inteligencia, por lo que será difícil ver cambios en cuanto a libertades individuales o de expresión y la censura en los medios de comunicación.

Se espera que el ganador se resuelva en la primera vuelta, pero de no superar ningún candidato el 50 % + 1 de los votos se celebrará una segunda ronda en el plazo de una semana. Simultáneamente con las presidenciales, se celebraron ayer las elecciones locales para elegir a 126.000 representantes para los Consejos Municipales, que se encargan de la supervisión del gobierno y la elección del alcalde.

de cada ciudad, entre otras funciones.l presidente Donald Trump lanzó ayer una clara amenaza al ya ex director del FBI, James Comey, al que fulminó el lunes por la tarde después de asumir que la saga sobre las interferencias de Rusia en las elecciones presidenciales va para largo y Comey no es quizá el mejor aliado para evitar que el escándalo acabe salpicándole de lleno. Convencido de que la mejor defensa es un buen ataque, Trump dijo vía Twitter: «Más le vale a James Comey que no haya cintas de nuestras conversaciones antes de que él empiece a hacer filtraciones a la prensa». Así, con estas palabras, el presidente sugirió que podría estar grabado su encuentro con Comey en la Casa Blanca. Fue, sin duda, una advertencia al alto mando destituido y a la gente que le apoya dentro del FBI para evitar que salgan nuevas informaciones espureas. Fuentes cercanas a Comey aseguraron a la CNN que no está preocupado por la posibilidad de que haya cintas de sus conversaciones con el presidente. El mensaje de Trump vino horas después de que «The New York Times» publicara que Trump, en una cena celebrada el pasado 27 de enero, le había pedido ya al ex director del FBI «lealtad», pero éste se limitó a ofrecerle «honestidad», fácilmente interpretable como que la agencia seguiría investigando los vínculos del equipo de Trump con Rusia.

El presidente estadounidense reiteró ayer, en entrevista con la cadena NBC, que Comey le aseguró en esa cena en la Casa Blanca que no se le estaba investigando dentro de las pesquisas sobre las conexiones de su campaña con el Kremlin. No obstante, fuentes cercanas a Comey han asegurado a medios estadounidenses que es imposible que el máximo responsable de esa investigación, que podría poner en peligro la presidencia de Trump si se demuestra connivencia, realizase tales declaraciones con las pesquisas aún en marcha.

Sin embargo, durante su testimonio ante el comité de Inteligencia del Senado, el director en funciones del FBI, Andrew McCabe, declinó confirmar esta aseveración del presidente de que Comey, cuando era director del FBI, le dijo hasta en tres ocasiones que no estaba siendo investigado, y aseguró que los agentes llegarán hasta el fondo de la investigación. En una entrevista en el canal MSNBC, el director nacional de Inteligencia hasta la llegada de Trump al poder, James Clapper, aseguró que habló con Comey antes de la cena con el presidente y se mostró «incómodo» ante la posibilidad de que el encuentro afectara a la percepción de independencia de la agencia policial federal.

Ante el revuelo montado, el inquilino de la Casa Blanca cargó nuevamente ayer contra los medios de comunicación y amenazó con que podría cancelar las ruedas de prensa y distribuir las respuestas por escrito «en beneficio de la rigurosidad», después de las contradicciones aparecidas en su equipo sobre el despido del director del FBI. Lo cierto es que Trump ha dado explicaciones poco convincentes y contradictorias de una decisión tan importante como es el despido fulminante del director del FBI.

En la primera versión indicó que el fiscal general Jeff Sessions y el vicefiscal general Rod Rosenstein le recomendaron destituir a Comey por cómo éste había llevado la investigación de los correos electrónicos de la candidata demócrata Hillary Clinton. Todo a pesar de que el propio Trump había prometido en sus mítines de campaña meterla en la cárcel. Sin embargo, ya desde el lunes se tuvo que cambiar esta versión debido a que Rosenstein amenazó con dimitir si no se modificaba este relato de los hechos. Ante la confusión de lo ocurrido, el senador demócrata Charles Schumer informó ayer de que se ha pedido a Comey y Rosenstein que vayan a aclarar lo sucedido al Capitolio.

Posteriormente, en una entrevista en NBC News, Trump cambió la versión inicial al afirmar que ya había decidido deshacerse de Comey a pesar de las recomendaciones de sus fiscales. Sin embargo, después, durante la misma entrevista, reconoció que tomó la decisión de despedir a Comey al pensar en la investigación sobre las interferencias de Rusia en las elecciones de Estados Unidos. «Cuando decidí hacerlo, me dije a mí mismo: “Sabes, esto con Rusia y con Trump, esto con Rusia es una historia inventada. Es una excusa de los demócratas por haber perdido las elecciones que debían haber ganado», le explicó el presidente al periodista de la cadena NBC News mientras hablaba de sí mismo en tercera persona.

Después, Trump quiso dejar claro que respalda una investigación completa sobre las interferencias de Rusia en las elecciones presidenciales a pesar de toda la controversia generada. «Quiero que todo se haga de forma apropiada. No hay interferencias conmigo, con mi campaña y con los rusos. También quiero dejar claro que los rusos no afectaron al voto». El ya conocido como «Rusiagate» atenaza al presidente y algunos en el Partido Republicano arrojan ya sombras de duda.Qua vid re publinatu vemorta praverm ximus avolutem nos opublinemure temque verox se ide