Narcotráfico

La fuga de «El Chapo» noquea a Peña Nieto

La policía federal inspecciones una tubería por la que se escapó el "Chapo"Guzmán.
La policía federal inspecciones una tubería por la que se escapó el "Chapo"Guzmán.larazon

El líder del cártel de Sinaloa desafía al Gobierno mexicano al huir por un túnel de la cárcel más segura del país.

No había ningún peligro de fuga, esta vez no. Ninguno, «ni en 300 o 400 años», había declarado el fiscal general de la República y habían repetido las autoridades mexicanas a los medios una y otra vez en el último año y medio. Y lo hubo. El hombre más buscado del mundo se fugó, por segunda vez, la noche del sábado de la prisión más segura de México. Y lo hizo como en un guión de película de Hollywood sobre superhéroes, por un túnel excavado bajo una de las duchas de la cárcel. «Es una afrenta para el Estado mexicano», aseguró el presidente del país, Enrique Peña Nieto. «Estamos al tanto de un hecho lamentable que ha indignado e indigna a la sociedad mexicana», añadió, al tiempo que indicó que había ordenado «una investigación a fondo para determinar si ha habido servidores públicos en complicidad o involucrados en la huida».

Joaquín Guzmán Loera, «El Chapo», de 58 años, es el líder del cártel de Sinaloa, el mayor traficante de drogas a nivel mundial con negocios que alcanzan desde los productores en Suramérica hasta el reparto en Estados Unidos, Europa y Asia. La Agencia Antidrogas de Estados Unidos (la DEA por sus siglas en inglés) calcula que controla el 25% del tráfico de cocaína del planeta y que tiene incluso conexiones con diversos productores de heroína en Afganistán. Tras la muerte de Osama Bin Laden en 2011, El Chapo, se convirtió en el hombre más buscado por Estados Unidos. La revista «Forbes» aumentó su fama al incluirlo en su lista de hombres más ricos del mundo –se calcula que su fortuna supera los mil millones de dólares– y posteriormente en la de los más poderosos junto al presidente de Estados Unidos, Barack Obama, o el ruso Vladimir Putin. Las autoridades estadounidenses lo han puesto en las mismas listas de personajes legendarios como el mafioso Al Capone o el capo colombiano Pablo Escobar.

Este fin de semana su habilidad y capacidad de pervertir el sistema le vuelve a poner en el podio de esos villanos casi de ficción. Las autoridades mexicanas explicaron ayer los pormenores de su fuga. A las 20.52 horas del sábado 11 de julio las cámaras tomaron las últimas imágenes de «El Chapo». Se había tomado sus medicamentos y se aproximó al área de la ducha, dentro de su celda personal, donde además de su aseo, solía lavar sus enseres personales. Por ahí justamente, en un punto donde las cámaras respetan la privacidad del interno, «El Chapo» utilizó un hoyo de 50 x 50 centímetros y un metro y medio de profundidad. Cuando los vigilantes se apercibieron de que empezaba a tardar demasiado en la ducha, irrumpieron en la celda y se dieron cuenta de la fuga.

El agujero de la ducha comunicaba con un conducto vertical de diez metros habilitado con una escalera que conducía a un túnel de más de 1.500 metros de longitud y un metro y setenta centírmetros de alto y 80 centímetros de ancho, suficientes para que el señor de la droga pasara cómodamente de pie. El túnel aprovecha el sistema de drenaje del penal, pero a éste alguien le añadió alumbrado, sistema de ventilación, tanques de oxígeno y una motocicleta adaptada a rieles que habría servido para sacar el material de la construcción. Después de recorrer rápidamente el kilómetro y medio de túnel, «El Chapo» habría salido a una casa a medio construir ya en el municipio donde se encuentra el penal, Almoloya, en el estado de México, a 90 kilómetros de la capital.

El comisionado Nacional de Seguridad, Monte Alejandro Rubido, detalló los pormenores de la fuga y anunció que desde la madrugada del domingo hay cientos de operativos en las carreteras mexicanas para buscar al huido y que han sido puestos a disposición del juez 18 empleados de la cárcel, aunque no quiso contestar preguntas para evitar especulaciones. Y es que las críticas no se han hecho esperar.

«El Chapo» ya se había escapado de una prisión el 19 de enero de 2001 –después de estar cinco años preso– bajo el Gobierno de Vicente Fox, del derechista partido Acción Nacional. Esa vez, la fuga fue menos sofisticada: la versión oficial cuenta que se escapó escondido entre la ropa sucia de un carrito de lavandería. La Justicia procesó entonces a 71 personas que habrían estado involucradas, pero tardó trece años y tres administraciones consecutivas para volver a capturarlo. Esto ocurrió el 22 de febrero de 2014 en una acción que fue considerada el mayor golpe asestado al narcotráfico en México en una década y que le valió muchas medallas al Gobierno del presidente Enrique Peña Nieto.

Aunque EE UU pidió la extradición por tener causas pendientes en su país, México se negó. «No existe peligro de fuga», dijo el fiscal general Jesús Murillo Karam, cuando «El Chapo» fue internado en el Penal de El Altiplano, el mejor valorado de todo el país y el más seguro, de donde nadie se había fugado nunca. Ahora, Guzmán vuelve a dejar en entredicho a todo el Estado mexicano. Esta vez «no contó sólo con la complicidad de los vigilantes. Tuvieron que tener acceso al plano del penal, a la disposición de las cámaras, información sensible que no tiene un custodio cualquiera», explica Alejandro Hope, experto en seguridad. Con ello, «El Chapo» y el cártel de Sinaloa dejan claro que siguen siendo una organización criminal muy poderosa.