Rusia

La Unión Europea asume la victoria de Asad y se prepara para la posguerra

Los Veintiocho negocian un texto para que al menos los crímenes sirios no queden impunes y garantizar el acceso a la ayuda humanitaria.

La Unión Europea asume la victoria de Asad y se prepara para la posguerra
La Unión Europea asume la victoria de Asad y se prepara para la posguerralarazon

Los Veintiocho negocian un texto para que al menos los crímenes sirios no queden impunes y garantizar el acceso a la ayuda humanitaria.

Si no se puede ganar la guerra, habrá que prepararse para la posguerra. Así lo reconocen fuentes diplomáticas de Bruselas que evidencian el clima de pesimismo de los líderes europeos sobre el futuro de Siria ante la posible victoria en Alepo del régimen de Bachar al Asad, ayudado por Moscú e Irán. Fruto de esta preocupación es el texto acordado ayer por parte de las Veintiocho capitales europeas en el que se pide el acceso ilimitado e incondicional de ayuda humanitaria a las personas que lo necesiten y se recalca que los crímenes de guerra no quedarán impunes.

La reunión de la OSCE cerrada en falso ayer en Alemania intentó preparar el terreno de cara a las negociaciones de hoy en Ginebra entre Washington y Moscú en las que se reanudarán las consultas para facilitar la salida de todos los combatientes del este de Alepo y la evacuación de los civiles. Rusia ya ha anunciado que los rebeldes que no abandonen la ciudad serán juzgados como terroristas.

A pesar del tono duro por parte de los Veintiocho, fuentes diplomáticas reconocen estas palabras como un «canto de impotencia» en lo que parece un final cada vez más cercano de una guerra en la que Occidente está perdiendo todas las batallas y su capacidad de influencia en Oriente Medio. Ante un futuro incierto en un país de especial sensibilidad política dentro del tablero internacional, en los pasillos comunitarios se ha perdido la esperanza. Pocos dan una oportunidad a que las enésimas negociaciones entre Washington y Moscú puedan conseguir algo más que otra tregua temporal antes de la salida de Barak Obama de la Casa Blanca y la incógnita que supone la próxima Administración Trump.

No es la primera vez que los países europeos se han mostrado divididos sobre su posición respecto a Moscú. Tras las dudas por la guerra con Ucrania, las capitales europeas siguen deshojando la margarita sobre la posibilidad de alzar la voz contra Vladimir Putin a través de más sanciones por el asedio de Alepo que se unirían a las aún vigentes por la anexión ilegal de Crimea. En la última reunión de jefes de Estado y de Gobierno en octubre, Londres, París y Berlín fracasaron en su intento de conseguir un texto conjunto por parte de las veintiocho capitales europeas en el que se abría la puerta a imponer medidas restrictivas a personalidades y empresas vinculadas a la masacre de Alepo sin mencionar a Rusia, cuyo apoyo al régimen de Asad ha sido clave.

A pesar de las presiones de los tres grandes países, Italia consiguió suprimir esta referencia velada a Moscú. Todo indica que Londres, el país europeo más tradicionalmente beligerante junto con las tres repúblicas bálticas, está dispuesto a abrir el debate en la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno del próximo jueves en Bruselas, con pocas garantías de nuevos resultados.

Giovanni Grevi, del «think tank» European Policy Centre, define las nuevas políticas de Trump como «transaccionales» y cree que intentará llegar a acuerdo con Putin si resulta útil para la lucha contra el yihadismo o en el fin de la guerra en Siria. En las instituciones europeas se teme que el presidente electo de EE UU se desentienda de una posguerra complicada ante un escenario incierto y se lave las manos. Mientras, Europa se pregunta qué pasará en Siria y quién pagará la costosa factura de la reconstrucción de un país derruido, santuario de los denominados combatientes extranjeros.