Reino Unido

Los unionistas evitan la primera derrota parlamentaria de May

La austeridad enfrenta a «tories» y laboristas británicos en el inicio de la legislatura

Corbyn se hace un «selfie» en Westminster
Corbyn se hace un «selfie» en Westminsterlarazon

La austeridad enfrenta a «tories» y laboristas británicos en el inicio de la legislatura.

La «premier» Theresa May consiguió ayer tumbar una enmienda de la oposición laborista a su programa legislativo haciendo uso, por primera vez, del apoyo del DUP. Tras perder la mayoría absoluta en las generales, la líder «tory» se vio obligada a pactar con los diez diputados norirlandeses, cuyo respaldo fue ayer clave para evitar que la oposición sacara adelante la propuesta que pedía acabar con los recortes en el sector público y subir el salario a policías y bomberos.

Conservadores y unionistas rechazaron la enmienda por 323 votos frente a 309 (un margen de sólo 14), lo que significa que el programa legislativo para los próximos dos años del Ejecutivo prospera sin cambios hasta hoy, cuando se vote en su conjunto en la Cámara de los Comunes.

Durante 2011 y 2012, los aumentos salariales del sector público estuvieron congelados y desde 2013 se ha aplicado un aumento de apenas el 1%. El manifiesto del Partido Conservador prometía mantener el tope hasta 2020. Sin embargo, tras perder la mayoría en las urnas, son los propios diputados «tories» los que piden ahora que se replantee. Aunque un portavoz de Downing Street señaló que los cambios podrían incluirse en los presupuestos que se presentarán en otoño, más tarde dijo que sus palabras habían sido malinterpretadas, por lo que no queda claro si la era de la austeridad seguirá esta legislatura.

Tras el pacto con los unionistas, la «premier» dispone de una mayoría operativa de trece escaños, debido a que el Sinn Fein no toma posesión de sus siete actas y el «speaker» de los Comunes, conservador, y sus dos segundos laboristas no votan. No obstante, el Partido Laborista podría impulsar hoy otra enmienda, antes de la votación final, para proponer un «Brexit suave», con acceso al mercado único y a la unión aduanera, que sí podría contar con más apoyo entre parlamentarios de todos los partidos.

Para garantizar su supervivencia política, May ha tenido que desembolsar una inversión adicional en Irlanda del Norte de 1.000 millones de libras (1.114 millones de euros) y también se ha visto obligada a mantener las garantías sobre el incremento de las pensiones –en contra de lo que decía su manifiesto–, así como los subsidios energéticos para los ancianos. Con todo, sus propias filas ven con bastante recelo depender del DUP, una formación que se declara antiabortista, contraria al matrimonio gay, partidaria de la pena de muerte y negacionista del cambio climático.

El propio John Major, que estableció las bases de los acuerdos del Viernes Santo, ha mostrado en público su preocupación por las consecuencias que este pacto puede acarrear en el proceso de paz en el Ulster, donde hoy se cumple el plazo para que el DUP llegue a un acuerdo de coalición con los católicos del Sinn Fein.