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El terremoto de Ecuador deja ya 350 muertos y más de 2.000 heridos

«No es el colapso de una casa, sino el colapso de un pueblo entero». Así resumió el alcalde de Pedernales la huella que dejó el terremoto

Unas personas rescatan un cuerpo entre los escombros en la localidad de Pedernales (Ecuador).
Unas personas rescatan un cuerpo entre los escombros en la localidad de Pedernales (Ecuador).larazon

El presidente de Ecuador, Rafael Correa, informó de que la cifra de fallecidos ascendió a 350, en tanto que la de heridos se ubicó en más de 2.000 como consecuencia del terremoto de 7,8 grados de magnitud en la escala abierta de Richter, que sacudió ayer la zona tropical norte del país.

«No es el colapso de una casa, sino el colapso de un pueblo entero». Así resumió el alcalde de Pedernales la huella que dejó el terremoto registrado a última hora de la tarde en la costa norte de Ecuador. El mayor temblor vivido por el país en más de tres décadas ha causado, por el momento, 350 muertos y más de 2.000 heridos. Es el último y dramático saldo de víctimas anunciado por el presidente del país, Rafael Correa, saldo que aumenta a medida que avanzan las tareas de rescate. «Esta cifra desgraciadamente va a aumentar con el pasar de las horas», advirtió el vicepresidente Jorge Glas, porque «hay ciudadanos entre los escombros». A Correa le sorprendió la noticia en Roma, y de inmediato inició el regreso.

La situación resulta especialmente compleja en el balneario costero de Pedernales (55.000 habitantes), en la zona del epicentro, donde los equipos de salvamento están encontrando muchas dificultades para acceder. Pero el seísmo, de una magnitud de 7,8 grados en la escala Richter, asoló otras localidades costeras como Manta y Portoviejo. Sus pobladores buscaron refugio durante horas. Algunos incluso se acercaron hasta el aeropuerto de Los Perales para pasar la noche, porque tras el fuerte seísmo inicial se produjeron más de 135 réplicas con magnitudes de entre 2,6 y 5,6 grados.

Casas derrumbadas, servicios públicos suspendidos y personas deambulando fuera de sus viviendas: el paisaje de unos pueblos sumidos en el desconcierto. Temblores que causaron daños hasta a 365 kilómetros de su epicentro. En Guayaquil se colapsaron seis grandes estructuras, entre otras el paso elevado de la avenida Américas, emblema y orgullo de la ciudad. Hasta en la capital, Quito, al menos cinco viviendas resultaron afectadas y se produjeron cortes en el suministro eléctrico, indicó su alcalde, junto a los daños en la iglesia de La Magdalena y fisuras en varias de sus paredes, tal y como informaron varios ciudadanos en las redes sociales.

«Ningún ecuatoriano está solo. Somos una nación fuerte, solidaria, que está unida y saldrá fortalecida de esta emergencia», manifestó el vicepresidente, quien agradeció el «patriotismo y la solidaridad» de los ecuatorianos en su visita a la ciudad costera de Manta, una de las más afectadas. El Gobierno ecuatoriano decretó inmediatamente el estado de excepción, cortando carreteras como medida preventiva y desplegando un potente operativo: 10.000 efectivos de las fuerzas armadas y 3.500 policías en las zonas afectadas, aunque muchos de los afectados se quejaron ayer de la falta de ayuda. Mientras, cinco helicópteros y 83 autobuses partieron hacia las regiones más afectadas para trasladar a los equipos, entre los que se encuentran perros especializados en la búsqueda de personas entre los escombros.

El país no necesita alimentos, pero sí «algo de respaldo en equipos de rescate», pidió el presidente Rafael Correa. La ayuda llegará desde Perú, Colombia y México, entre otros países, mientras el resto del mundo expresó su solidaridad ante la tragedia, incluidos los Reyes de España. Correa aseguró que Ecuador cuenta con líneas de contingencia por valor de unos 600 millones de dólares a través de organismos internacionales. Esos fondos contribuirán a la reconstrucción de las infraestructuras, pero no a la de «las vidas perdidas (...) lo que más duele», afirmó desde Roma. A pesar de tratarse del terremoto más devastador en las últimas tres décadas, «para lo que pudo suceder (los dolorosos daños) han sido bajos», consideró el presidente, ya que un temblor «de esa magnitud pudo causar muchísimos destrozos». El 12 de diciembre de 1979 un seísmo localizado también en la costa del Pacífico dejó 800 muertos en Ecuador y Colombia y alcanzó las capitales de ambos países. Aquel terremoto se produjo en medio del mar, lo que desencadenó un tsunami que arrasó las zonas costeras. En 1987, otras 300 personas fallecieron como consecuencia de un temblor de hasta 6,8 grados, mientras que en 1996 murieron otras 70 por un seísmo de 5,7 grados.

No se tiene constancia de víctimas españolas. Antonio Amalio Sánchez Sotomayor, español residente en Quito, vivió el temblor junto a su mujer, embarazada. «Estábamos en el cine, la sensación fue bastante desagradable, hubo mucha confusión y desconcierto al estar la sala a oscuras. Las butacas empezaron a moverse y la cubierta del cine empezó a crugir. Rápidamente huimos por la salida de emergencia. Yo nunca había vivido un terremoto, pero desde Quito no tuvimos la percepción de que hubiese sido tan grave. Ahora hay mucha preocupación por los familiares y amigos que viven en la costa, sobre todo en la ciudad de Portoviejo, que es donde más fuerte ha impactado», dice Antonio.

Los expertos indican que el terremoto podría haber provocado daños aún mayores y un tsunami que finalmente no llegó. En los últimos 20 años han muerto unas 3.600 personas por causa de terremotos en Latinoamérica. Sin contar la catástrofe de Haití: 300.000 fallecidos y 1,5 millón de damnificados.