Copa del Rey

F.C. Barcelona

Antecedentes

La Razón
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Barcelona-Alavés, 1978, cuartos de final de Copa del Rey. Johan Cruyff, 31 años, es capitán azulgrana, consejero delegado del árbitro, portavoz del club y dueño del balón, hasta tal punto que Jorge Valdano, 22 años, figura en ciernes, le espeta: «¿Por qué no te llevás la pelota a casa y nos das otra a nosotros para que sigamos jugando?». «El Flaco» le mira a los ojos, como exigía Luis Aragonés en el preámbulo de la discusión, le pone la mano en el hombro, le pregunta la edad –Jorge «rejuveneció» más– y le dice: «¿Y tú no sabes que con veinte años a Johan Cruyff se le trata de usted?». Y le guiñó un ojo.

A día de hoy, ni siquiera Messi reconvendría a Theo de producirse una situación semejante, supongo. Parece que el Barcelona afronta la final de Copa en el Vicente Calderón como relajado, detalle que Piqué, aún picajoso porque asume que con la ayuda del VAR (videoarbitraje) el Real Madrid podría no haber ganado la Liga, no concibe y rechaza, dispuesto a dejarse la piel para regalar a Luis Enrique el que sería su noveno título (dos Ligas, dos Copas del Rey, una Supercopa de España, una Liga de Campeones, una Supercopa de Europa y una Copa Mundial de Clubes) como entrenador blaugrana. Lo que es el fútbol en el desglose de amistades: el Athletic Club imagina la derrota de sus paisanos vitorianos para así entrar en la Liga Europa la próxima temporada.

Transcurre el tiempo, pues, con el chaqueteo de simpatías que la competición impone. Pasan los días, los meses, y en un rincón de Brasil 71 muertos encuentran la paz que nunca buscaron mientras las familias se esfuerzan en restañar las heridas. Hasta que alguien hurga en la cicatriz, aún fresca y roja, porque el avión del Chapecoense, estrellado el 28 de noviembre de 2016, volaba sin seguro. Y aún creemos que el fútbol no tiene remedio.