Ely del Valle

Más presupuesto

La Razón
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Mientras el ministro del Interior alababa en televisión a nuestras Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado por su gran experiencia en lo que se refiere a la lucha antiterrorista, escucho a los sindicatos policiales quejarse de que sólo el 50% de quienes tienen la responsabilidad de defendernos cuentan con chalecos antibalas, con el agravante, además, de que esos chalecos son inútiles frente a armas de guerra como las utilizadas por los yihadistas en París. El despropósito es mayúsculo. Resulta que destinamos 30 mil millones de euros para rescatar a las comunidades autónomas que mantienen gobiernos incapaces de gestionar sus gastos con fundamento; que cuando acabe 2015 nos habremos gastado 101 millones en subvenciones por gastos electorales; que el Congreso de los Diputados prevé más de un millón de euros para la compra de tabletas y ordenadores de sobremesa; que cada año el Senado paga 350.000 euros en traductores, pero cuando se trata de dotar de una mínima seguridad a quienes velan por la de todos, nos encontramos con que no hay dinero o voluntad o las dos cosas juntas para evitar que sólo haya dos chalecos antibalas por cada siete antidisturbios. La imagen es penosa máxime cuando la comparamos con la de unos terroristas perfectamente pertrechados, manejando artillería de todos los calibres, y protegidos con chalecos de última generación. Hablamos de un gasto de entre 600 y 800 euros por persona, que tampoco es como para clamar al cielo. Pero es que, aunque lo fuera. Está a punto de cumplirse un año desde que una agente murió tras ser abatida a tiros por un atracador en Vigo. Llevaba dos esperando un chaleco que nunca llegó. Hoy, sólo la mitad de sus compañeros tiene uno, y en muchos casos se lo han tenido que comprar ellos mismos. Y lo más asombroso es que a nadie se le haya caído todavía la cara de vergüenza.