Unión Europea

Oportuna llamada al diálogo del Rey sobre Gibraltar

La Razón
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Ante las cámaras de los comunes y los lores, reunidas para la extraordinaria ocasión en el palacio de Westminster, Su Majestad el Rey apeló a los representantes de los gobiernos de España y de Reino Unido a mantener en lo posible unas relaciones bilaterales estratégicas, cuyo entramado se ha fortalecido en el seno de la Unión Europea. Ninguno de los presentes podía ignorar que en las palabras del monarca español subyacía el nudo gordiano de esta crisis marcada por el Brexit de cómo limitar al mínimo los daños que la salida británica de la UE va a provocar en dos de las naciones europeas que más imbricadas están hoy económica, social y políticamente. Pero con una diferencia más que notable y que, por supuesto, flota en el ambiente del viaje de Estado del monarca español: que mientras España puede reorientar sus inversiones y su potencia exportadora en el espacio de libertad que supone la gran Europa continental, el Reino Unido corre el riesgo de quedar constreñido a sus propias fronteras. Sí, el futuro es más incierto para Londres, que observa, además, como la UE amplía sus acuerdos de libre comercio, incluso, en sus antiguas áreas de influencia, que para Madrid. En la negociación del Brexit, pues, el Reino Unido va a necesitar todos los apoyos que le sea posible reclutar frente a una Comisión de Bruselas herida en lo vivo por la decisión británica. España es uno de los países con los que Londres aspira a contar como aliado o, al menos, como miembro no especialmente hostil, en el proceso negociador. De ahí, que la Prensa inglesa venga mostrando una inusual atención al diferendo de Gibraltar, con especulaciones fuera de tono y de lugar sobre el contenido del discurso de Don Felipe en Westminster. Pues bien, el Rey, dentro de la exquisita cordialidad y simpatía hacia sus anfitriones que caracterizó toda su intervención, planteó sin rodeos la cuestión del Peñón, enmarcándola en un proceso histórico inexorable. De la misma manera que –como explicó Don Felipe al Parlamento británico – España y el Reino Unido han dejado atrás distanciamientos, rivalidades y enfrentamientos seculares, ya convertidos en apenas audibles ecos del pasado, se superarán las diferencias sobre Gibraltar, confiando en que los esfuerzos negociadores de ambos gobiernos «conseguirán avanzar en la búsqueda de fórmulas satisfactorias para todos». Aun sin acuse de recibo, el Gobierno de Theresa May es muy consciente de la decisión de Bruselas de reconocer el derecho de veto al Gobierno español en todo lo que concierne a la colonia gibraltareña en la negociación del Brexit y sabe que no podrá eludir mucho más tiempo la decisión que demandan la historia y las circunstancias. Porque el nuevo tiempo de España y del Reino Unido fue, en definitiva, el hilo que unió todo el discurso de Su Majestad. Que nuestros dos países han compartido hasta ahora el proyecto de integración europeo que, si ha traído una estabilidad y una prosperidad sin precedentes para todo el continente y las islas británicas, también ha servido para intensificar el rico entramado de relaciones bilaterales entre los socios. Relaciones que, como señalábamos al principio, son extraordinariamente estrechas entre nuestros dos países. Ni el Brexit ni Gibraltar deberían interponerse entre lo que tan bien nos funciona.