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El Papa reclama la «abolición mundial» de la pena de muerte

Discurso histórico de Francisco. Aborda ante el Congreso de EE UU cuestiones tan controvertidas en la política y la sociedad estadounidense como el aborto, la inmigración, el cambio climático o el comercio de armas

El Papa durante su discurso en el Congreso de Estados Unidos
El Papa durante su discurso en el Congreso de Estados Unidoslarazon

Aborda ante el Congreso de EE UU cuestiones tan controvertidas en la política y la sociedad estadounidense como el aborto, la inmigración, el cambio climático o el comercio de armas

El Papa Francisco reivindicó ayer los más altos ideales de la política en el discurso que realizó ante el Congreso de Estados Unidos en Washington. Entre continuos aplausos y ovaciones, Jorge Mario Bergoglio defendió en su alocución, leída en inglés, que la búsqueda del bien común debe ser «el principal desvelo» de los políticos. Tras su intervención, saludó desde el balcón del Capitolio a las más de 50.000 personas que le esperaban desde muy pronto.

El primer obispo de Roma en tener el honor de realizar un discurso en el Congreso se presentó como un «hijo del gran continente» americano y pasó revista a algunos de los grandes problemas que afrontan hoy Estados Unidos y el mundo. Advirtió deque ninguna religión está libre de caer en el fundamentalismo y pidió a los congresistas y senadores que tuvieran un «espíritu abierto y pragmático» para acabar con «dolorosos episodios del pasado». Con estas palabras se refería sin nombrarlo al embargo que Estados Unidos mantiene con Cuba. Su eventual fin definitivo debe decidirlo el Congreso, pues el presidente, Barack Obama, no tiene competencias en este campo.

De forma diplomática pero firme, Francisco puso el dedo en la llega sobre algunos de los aspectos que menos le gustan a la Iglesia católica de la política estadounidense. Pidió el fin de la pena de muerte, clamó contra el aborto y las uniones homosexuales, criticó el comercio de armas e invitó a volcarse en la protección del medio ambiente y de los más desfavorecidos. Lamentó además las «nuevas formas de esclavitud» e invitó a tener los brazos abiertos con los inmigrantes y a «asegurar nuestra mejor respuesta» con los refugiados. Detrás de Bergoglio se sentaron los dos católicos más influyentes de la política estadounidense hoy: el vicepresidente John Biden, del Partido Demócrata, y el presidente de la Cámara de los Representantes, el republicano John Boehner.

Una política que no sea esclava del dinero

En ese epicentro del poder estadounidense, el Papa pidió que la política «sirva a la persona humana» y no se convierta en «esclava» de la economía ni de las finanzas. «La política responde a la necesidad imperiosa de convivir para construir juntos el bien común posible, el de una comunidad que resigna intereses particulares para poder compartir, con justicia y paz, sus bienes, sus intereses, su vida social», dijo Francisco, reconociendo a continuación que se trataba de una labor difícil. «Pero los aliento en este esfuerzo», añadió a continuación.

Lucha contra la degradación ambiental

En una muestra de apoyo a las políticas de Obama para frenar el calentamiento global, Francisco pidió al pueblo estadounidense que frene el «degrado ambiental». «Estoy convencido de que podemos marcar la diferencia y no tengo alguna duda de que Estados Unidos –y este Congreso– están llamados a tener un papel importante», auspició. Ahora es el tiempo de acciones valientes, les dijo.

En defensa de la familia

Menos condescendiente con el Gobierno de Obama fue el Papa al hablar de las «amenazas» para la familia. Consideró que éstas son más graves que en cualquier tiempo pasado y que vienen tanto desde «el interior» como desde «el exterior». «Las relaciones fundamentales son puestas en duda, como el mismo fundamento del matrimonio y de la familia», dijo, refiriéndose sin nombrarlo a las uniones entre personas del mismo sexo. «No puedo más que confirmar no sólo la importancia, sino sobre todo, la riqueza y la belleza de vivir en familia», remarcó.

De Martin Luther King a Dorothy Gray

También le dio un elegante tirón de orejas a la Administración Obama al recordar que «la regla de oro» que debían seguir las personas es la de «custodiar y defender la vida humana en todas las etapas de desarrollo». Ese principio choca con la imposición que el Gobierno quiere hacer a los centros médicos y hospitales católicos para que practiquen el aborto y ofrezcan métodos anticonceptivos en sus instalaciones. Estas partes de su discurso fueron celebradas por algunos legisladores republicanos, quienes, sin embargo, se quedaron en silencio cuando Francisco habló del embargo a Cuba. Tampoco se arrugó al hablar de la pena de muerte. «Una pena justa y necesaria nunca debe excluir la dimensión de la esperanza y el objetivo de la rehabilitación», dijo. «Una nación es considerada grande cuando defiende la libertad, como hizo Lincoln; cuando genera una cultura que permita a sus hombres ‘‘soñar’’ con plenitud de derechos, como intentó hacer Luther King; cuando lucha por la justicia y la causa de los oprimidos, como hizo Dorothy Day; siendo fruto de una fe que se hace diálogo y siembra paz, al estilo contemplativo de Merton».

Recuperar el diálogo con Cuba

Celebró los «esfuerzos de los últimos meses» para superar las «históricas diferencias ligadas a dolorosos episodios del pasado». Recordando su papel de mediador entre Washington y La Habana, aseguró que el obispo de Roma debe «construir puentes». De ahí viene el término «pontífice». «Cuando países que han estado en conflicto retoman el camino del diálogo, que podría haber estado interrumpido por motivos legítimos, se abren nuevos horizontes para todos. Esto ha requerido y requiere coraje, audacia. Un buen político es aquel que, teniendo en mente los intereses de todos, toma el momento con un espíritu abierto y pragmático», insistió.

Tráfico de armas: dinero «impregnado de sangre»

También invitó el Papa a los congresistas y senadores a que se esfuercen para acabar con «muchos conflictos armados», para lo que deben actuar en el sector armamentístico, que cuenta con una gran influencia en la política estadounidense. «¿Por qué las armas letales son vendidas a aquellos que pretenden infligir un sufrimiento indecible sobre los individuos y la sociedad?», se preguntó el Pontífice. «Tristemente, la respuesta es simplemente por dinero; un dinero impregnado de sangre», concluyó.

«Ninguna religión es inmune al extremismo ideológico»

Francisco advirtió de que "ninguna religión es inmune a diversas formas de aberración individual o de extremismo ideológico".

"Combatir la violencia perpetrada en el nombre de una religión, una ideología o un sistema económico y, al mismo tiempo, proteger la libertad de las religiones, de las ideas, de las personas requiere un delicado equilibrio en el que tenemos que trabajar", agregó.

El Papa afirmó en su intervención que "el mundo es cada vez más un lugar de conflictos violentos, de odio nocivo, de sangrienta atrocidad, cometida incluso en el nombre de Dios y de la religión".

"El mundo contemporáneo con sus heridas, que sangran en tantos hermanos nuestros, nos convoca a afrontar todas las polarizaciones que pretenden dividirlo en dos bandos", dijo Jorge Mario Bergoglio.

"Sabemos que en el afán de querer liberarnos del enemigo exterior podemos caer en la tentación de ir alimentando el enemigo interior. Copiar el odio y la violencia del tirano y del asesino es la mejor manera de ocupar su lugar", añadió el Papa Francisco.

Efe