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Propuesta cultural

La Razón
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El BOE ha publicado los nuevos currículos de la Religión Católica que la Comisión Episcopal de Enseñanza y Catequesis ha preparado teniendo en cuenta las exigencias de la nueva configuración del currículo escolar. No es preciso ser muy lúcido para observar que el error más significativo que hemos conocido en las últimas décadas era su evidente orientación catequética, que impedía que la asignatura de Religión fuese lo que debía ser: una materia con la misma dignidad y la misma categoría que las demás. En efecto, ni el ámbito académico de las escuelas es idóneo para que en él se realicen actividades de carácter catequético, ni podemos dar por supuesta la fe cristiana de los alumnos presentes en la clase. El resultado es conocido: en las clases a menudo se han realizado acciones que no tienen nada que ver con su finalidad.

Pues bien, si ahora analizamos sin prejuicios los nuevos currículos, deberemos reconocer que, precisamente a partir de ahora, las clases de Religión podrán ser objeto de un cambio profundo. Y todo ello porque se han llevado a la práctica las orientaciones más recientes emanadas de la Santa Sede, según las cuales la enseñanza escolar de la Religión católica tiene finalidades específicas diferentes a las de la catequesis y constituye una propuesta de carácter cultural que puede ser ofrecida a todos los alumnos, sean las que sean sus opciones personales de fe. Se trata de una enseñanza que, a la vez que ilustra sobre la identidad del cristianismo, también asegura que todos los adolescentes tengan acceso al conocimiento de los elementos más característicos de las demás religiones, y en particular de las que profesan algunos de sus compañeros. Así, «la escuela se convierte en un espacio de diálogo y de serena confrontación, y así promueve actitudes de respeto, escucha, amistad y espíritu de colaboración» (Papa Francisco).

Los nuevos currículos parten de un principio: se trata de una asignatura que comparte los mismos objetivos de etapa que las demás materias y se propone que los alumnos adquieran las competencias correspondientes; por tanto, la clase de Religión también fomenta la interdisciplinariedad y el trabajo cooperativo. No obstante, estos currículos, como todos los demás, podrán ser objeto de lecturas muy diversas. En mi opinión, si los leemos teniendo en cuenta las orientaciones de la Santa Sede, sumamente explícitas, el año 2015 comportará un cambio profundo y muy significativo en las clases de Religión, un cambio que incidirá positivamente en el trabajo de los profesores y profesoras, y también en los aprendizajes de todos los alumnos. En el futuro, las clases de Religión ya no serán lo que a menudo todavía son en la actualidad. Es una buena noticia.

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*Salesiano y ex secretario General de Escuela Cristiana de Cataluña