El protagonista involuntario de las cajetillas

Un gallego denuncia ante la Guardia Civil que se ha utilizado una foto suya sin su consentimiento con fines disuasorios para los fumadores.

El pasado 11 de julio, un vecino de Boiro (A Coruña), cuyas iniciales responden a F. J. T. A., descubrió su imagen, con sorpresa y horror, impresa sobre la cajetilla de tabaco que se disponía a estrenar. Este gallego protagonizaba, sin que se le hubiera advertido, la fotografía con la que la Unión Europea pretende disuadir a los fumadores de permanecer en el vicio.

Por si el malestar de haberse paseado en el bolsillo de millones de españoles sin saberlo no fuera suficiente, F.J.T.A. identificó ese momento de intimidad difundida como el del preoperatorio de una operación de espalda a la que se sometió hace tres años. Tal y como reveló a «La Voz de Galicia», no existe para él ninguna duda al respecto, pues fue la única vez en que estuvo intubado, que es como aparece en la imagen. Es decir, no sufría ni embolia ni invalidez, tal y como rezaba el texto de la cajetilla.

Así, las circunstancias en que fue tomada la fotografía –en el contexto de una intervención médica que nada tiene que ver con los efectos del tabaco en la salud– no hacen sino sumar incógnitas a un caso que ya ha sido denunciado ante la Guardia Civil.

El afectado lamentó la repercusión que está teniendo en su localidad esta fama indeseada, que hace que los vecinos lo contacten extrañados tras reconocerlo. Con todo, este ciudadano no es el único que se ha visto perjudicado desde que la Unión Europea introdujo en 2004 la obligación de incluir imágenes advirtiendo del riesgo de fumar en los paquetes. Similar al suyo es el caso de un residente en Cataluña ya fallecido. Se trata de la familia Jacquemyn, de origen belga. Fue Sarah, la hija de Patrick, el hombre retratado contra su voluntad, la que lo reconoció en una cajetilla en la barra de un bar tan sólo un mes después de que hubiera perdido su batalla contra el cáncer.

En la imagen, que a estas alturas resulta familiar tanto a quienes fuman como a los que no, puede observarse el cuerpo de un hombre aparentemente muerto, con la cara parcialmente cubierta y en lo que parece una morgue. El acento dramático de la historia no reside sólo en el hecho de que la fotografía fuera tomada en contra de la voluntad de la familia y sin su conocimiento. Lo verdaderamente macabro es que Patrick aún vivía y se encontraba bajo los efectos de un coma inducido cuando fue objeto de esta recreación. De hecho, podría haber sido él quien descubriera la jugada –tal y como le ha ocurrido a F.J.T.A– si se hubiera comercializado esa edición de cajetillas tan sólo dos meses antes, pues Patrick, aunque falleció en 2010, logró superar el coma.

Ana Pérez, madre de Sarah y viuda de Patrick, a la que el caso afectó especialmente y que es la titular de la demanda interpuesta, se encuentra aún inmersa en una auténtica batalla judicial por la defensa del honor y la intimidad de su marido. Y es que, a pesar de disponer de un documento forense que certifica que se trata de la misma persona, la Comisión Europea lo niega y asegura que quien aparece en la imagen es un modelo belga.

Al margen de la polémica suscitada por el supuesto origen ilícito de algunas de las fotografías, un estudio realizado por la Universidad de Ohio avaló la efectividad –mucho mayor que la que cosechan las advertencias escritas– que tiene la inclusión de este tipo de imágenes, que prueban las consecuencias devastadoras del tabaquismo y fomentan la reflexión del fumador.

Asimismo, la Comunidad Europea llevó a cabo una investigación on-line que, a través de las respuestas de más de ocho mil fumadores encuestados, dedujo que con este método se reducía en un ochenta por ciento la intención de comprar tabaco.