Feria de San Fermín

El triunfo aparente en Pamplona y la agonía en Coruña

El Juli sale a hombros con una noble pero impresentable corrida de Garcigrande en San Fermín

El Juli sale a hombros en la penúltima tarde de San Fermín
El Juli sale a hombros en la penúltima tarde de San Fermínlarazon

El Juli sale a hombros en una noble pero impresentable corrida de Garcigrande en San Fermín

Pamplona. Novena de feria. Se lidiaron toros de la ganadería de Domingo Hernández y Garcigrande, 4º, en general impresentables para San Fermín y algunos escobillados de pitones. El 1º, franco, con movilidad, de buen juego; el 2º, manejable, sin empujar demasiado y a media altura, mejor por el derecho; el 3º, encastado y agradecido; el 4º, buen toro, bravo y encastado; el 5º, muy repetidor y rebrincado; el 6º, noble y a menos. Lleno en los tendidos.

Juan José Padilla, de grosella y oro, bajonazo trasero, estocada (vuelta al ruedo); y estocada trasera, descabello (silencio).

El Juli, de azul pavo y plata, estocada punto trasera (oreja); y pinchazo, estocada (oreja).

Miguel Ángel Perera, de azul marino y oro, estocada corta baja (oreja); y pinchazo, media trasera y caída (silencio).

Padilla, El Juli y Perera salieron a la arena de Pamplona sin la montera puesta, como si fueran debutantes. La presión política que acecha a la Fiesta era el motivo. Una pacífica protesta que justo ayer tocaba fondo con el rumor convertido ya en noticia de que en La Coruña el Ayuntamiento, gobernado por Marea Atlántica, o lo que es lo mismo la marca blanca de Podemos, no quiere toros. Y eso supone rescindir un contrato firmado de antemano y por un tiempo definido con el empresario Tomás Entero. Si hay que saltarse las normas, se las saltan y si hay que gastar dinero en ello, como será el caso, dinero público a todas luces, tampoco importa. Todo con una obsesiva misión que debe ir algo así como en el cargo o en el ADN de las nuevas corrientes, tan recientes como vacías de conocimiento en muchos casos. Aunque según los intereses: comenzamos los flamantes Sanfermines con Asirón, de Bildu, en el palco presidencial; misma formación política que abolieron los toros en San Sebastián hace tres años. Por fortuna vuelven. Para más inri, cuando Padilla acabó con su toro, por supuesto que no antes, se tiró al ruedo un anti que cogió la montera y le dio una patada futbolera pero sin estilo. Es demasiado pedir a un depravado sin educación ni respeto. 20.000 personas, una vez más, dieron ejemplo. Y pacífico, contra el pronóstico que aventuran los que les llaman salvajes. Luego siguió la corrida, un encierro que como punto de partida le faltó presencia. Pamplona para todos o ninguno. Salvo los dos últimos no fueron toros para la Feria del Toro, a pesar de sumaron cosas buenas en el último tramo. Si dentro no cuidamos la Fiesta con otro lleno de «no hay billetes», menos lo hará el que se engalana con cortarnos la cabeza. Padilla volvía su segunda tarde y lo hizo con un buen lote. Si nobleza y repetición tuvo el primero, más bravo y encastado salió un cuarto. Más allá del ruido no ocurrió nada.

El segundo para El Juli tuvo franqueza, aunque luego le costaba empujar de verdad en el engaño por abajo; dejó una faena apañada que le valió para la oreja. Con el quinto vino el bochorno. Ese toro con los pitones escobillados y ya de sonrojo. Fue toro repetidor incansable, rebrincado y a más en las manos de El Juli. Oficio para limar las asperezas de un toro que perdía sentido ya con su puesta en escena. Otra oreja más le abría la Puerta Grande a El Juli. A Miguel Ángel Perera le salió un tercero, que era complicado pero agradecido en la muleta y la tomaba con más profundidad que los toros que habían salido hasta entonces. Perera anduvo mandón y logró un trofeo. El sexto duró menos de lo esperado y la faena llevó el mismo camino.

Acabó la tarde triunfal, con la multitudinaria salida a hombros de El Juli. En otro lado agonizábamos con la mala noticia de Coruña y seguiremos agonizando, a pesar de tener un espectáculo sublime, mientras no se haga nada por remediarlo. Ni en la plaza ni fuera. Y no se hace. Ya mires para un lado o para otro.