Feria de Abril

La embestida de un volcán

La Razón
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Volvió a repetirse lo que parecía imposible vivir dos veces en una sola vida. Escribano miraba al cielo y se estrujaba la muleta contra el pecho, sin creerse lo que acababa de suceder. Inicio y final de un círculo que empezó con la sustitución de la corrida de Miura de 2013. El muslo abierto de El Juli y la oportunidad del de Gerena para jugarse el alma y engancharse al tren con dos orejas de ley. Tres años después Escribano ha indultado a «Cobradiezmos», una lámina cárdena de Victorino que embistió desde que salió por los chiqueros como un volcán. Volvió, volvió a repetirse la locura. En la primera arrancada en la muleta, honda y sumergida en el frondoso océano de la bravura, ya me cantó Federico Arnás la vuelta al ruedo. Y fue espumando, fue a más «Cobradiezmos», hasta que el primer pañuelo lo tremolaron en la parte alta del tendido 11 como una reivindicación de la fiesta y de la casta noble. Siguió toreando Escribano y siguió el toro –hondo, badanudo, enmorrillado, fino de cabos, ancho de sien, serio, tocado arriba de pitones, una belleza– buscando las telas hasta el final del viaje largo, explosivo y sentimental. La plaza se cubrió de pañuelos blancos como si el frío de la tarde, con la emoción de la faena, hubiera producido al contraste de temperatura una nevada espontánea. Y asomó al fin el pañuelo naranja por el palquillo presidencial. Nos equivocamos los que en 2011 pensábamos que el de «Arrojado» sería el único indulto de nuestras vidas en Sevilla. «Borgoñés», «Gallareto», «Mecanizado»... toros históricos de Victorino han saltado a la Maestranza para escribir la emoción. Pero ninguno ha sido como «Cobradiezmos». Tampoco «Belador», el único de la ganadería de Galapagar indultado en Madrid. Demasiada sordina para Paco Ureña, que cortó dos orejas y desempuñó la mejor derecha de la feria. El compás abierto, el pecho inflamado de torería, el toreo caro de verdad. Pero ayer fueron «Cobradiezmos» y Manuel Escribano los que hicieron historia. LOS TOROS- Pág. 52