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Entrevista a William McDonough: «Quiero convertir los edificios en árboles y las ciudades en bosques»

La idea de este arquitecto sostenible es convertir lo que de algún modo consideramos un enemigo de este equilibrio, en un aliado. Y el primer adversario son las ciudades y uno de los mayores aliados son los bosques.

William McDonough, en una imagen de archivo
William McDonough, en una imagen de archivolarazonLa Razón

Entrevistar a William McDonough es sencillo (que no es lo mismo que simple). Mucho antes de sentarnos ya comienza a lanzar frases que no hay que perderse y la forma más eficaz de entrevistarlo es escuchándolo.

«En la naturaleza –comienza a explicar este arquitecto con más de 30 años de experiencia realizando edificios sostenibles–, el ciclo del carbono de la naturaleza es sencillo: el carbono de la atmósfera es capturado por la fotosíntesis, luego gran parte de la biología del planeta respira oxígeno y devuelve el dióxido de carbono para que se inicie nuevamente el ciclo. Así, si se rompe este ciclo, por quitar o agregar más carbono violamos una ley de la naturaleza y la destruimos. El problema es que el exceso de CO2 ha convertido al carbono atmosférico en un elemento que se encuentra en el lugar equivocado, en una dosis equivocada y con una duración equivocada…».

En este caso, la pregunta parece obvia…¿qué tiene que ver esto con la economía? Para McDonough la respuesta también es obvia. «Al romper el equilibrio perdemos gran parte de la abundancia que teníamos. Esa era nuestra riqueza. Ahora necesitamos reconstruir ese capital natural. Y eso se consigue, igual que en economía, equilibrando lo que ganamos y lo que gastamos. Lo que respiramos y lo que emitimos».

Entonces, siguiendo con la óptica económica, ¿cómo podemos sanear el sistema?¿Cómo se consigue revitalizar un ecosistema dañado para que vuelva a crear riquezas? «Lo primero –añade McDonough– es comprender que somos nosotros los que hemos transformado el carbono en algo tóxico, comparable al plomo en el agua que bebemos, pero no debemos olvidar que, si se mantiene en el lugar adecuado y en la cantidad correcta, el carbono es un recurso y una herramienta imprescindible en nuestro planeta: los átomos de carbono son los ladrillos de la vida. En lugar de declararle la guerra al carbono, la mejor estrategia para abordar el desafío del cambio climático es definir las maneras en las que este elemento se puede utilizar de formar segura, productiva y beneficiosa».

La idea de McDonough es convertir lo que de algún modo consideramos un enemigo de este equilibrio, en un aliado. Y el primer adversario son las ciudades y uno de los mayores aliados son los bosques. Y, precisamente, este arquitecto está construyendo edificios que actúan como árboles y ciudades que funcionan como bosques.

«Son construcciones “biológicamente activas” ya que no rompen con el equilibrio del ciclo natural de carbono. Esto lo consiguen por medio de la energía solar, techos verdes y huertos urbanos, sistemas de reciclaje y purificación del agua… Todos los diseños, desde productos a edificios, ciudades y granjas, podrían ser carbono positivos, es decir, no solo no emitir dióxido de carbono, sino también ayudar en la captura del mismo», añade McDonough.

El experto ha comenzado a implementar estas estrategias en diferentes países, como EEUU, Alemania y Holanda, adaptándose, en cada lugar, a las cualidades climáticas, orográficas… En resumen, haciendo economía local básicamente. Entonces, ¿cuándo podemos empezar a tomar medidas y cuánto tardará el mercado en abandonar los números rojos?

«Una economía circular de carbono –concluye McDonough– puede implementarse relativamente rápido. Muchas de las tecnologías que necesitamos ya existen, aunque en el momento en el que se desarrollaron no eran viables en términos económicos y las dejamos de lado en favor de otras. Necesitaríamos dos o tres años para ponerlas a punto. Y luego… quizá tardemos un siglo en conseguir este objetivo, pero ese es el tiempo que tardamos en provocar el desastre en el que nos encontramos ahora, así cuanto antes empecemos, mejor», repite.